“Nací hace cuarenta y cinco años en El Vendrell, un pequeño pueblo de la provincia de Tarragona.” Así comienza el último texto de un prolífico escritor como el que hoy trato: Andreu Nin, dirigente del Partido Obrero de Unificación Marxista o POUM. Prosigue dicho impagable documento dando cuenta de sus peripecias: cómo se casa con Olga Tareeva en su ciudad natal: Moscú; sus estudios; sus años de profesor particular en la Escuela Horaciana de Barcelona y en el Ateneo Obrero de la Barceloneta, etcétera.
Pero quizá, las líneas más significativas –tan estupendamente recogidas en el libro “En busca de Andreu Nin” de José María Zavala– serían las que siguen:
“De los sucesos revolucionarios del pasado mes de mayo [nota mía: se refiere a la “Batalla de la Telefónica” en que anarquistas y poumistas se enfrentaron con los estalinianos del PSUC y guardias de asalto y de cuyos acontecimientos salió milagrosamente con vida George Orwell haciéndose de ello eco en “Homenaje a Cataluña”], recuerdo que los días 4, 6 y 7 tomé café por la noche en el mostrador del bar Sicoris, situado en la plaza del Teatro, a cuyo local, por estar cerrado, se entraba por una puerta lateral.
Con Trotski rompí relaciones en 1934, sin que eso signifique que no haya recibido cartas suyas desde entonces, dirigidas a la sección o incluso a mí personalmente, pero en tono ceremonioso.
Niego una y mil veces que sea un espía fascista al servicio de Franco, como se me imputa”.
Pero, en realidad, Andreu Nin, equivocado o no, sectario o no –básicamente la República estaba llena de sectarios, no digamos el otro “bando”- había participado en una delegación de la anarquista CNT la anterior década con el objeto de informar a la organización confederal de los matices de la Revolución rusa. Así estuvo en Moscú asistiendo al congreso constitutivo de la denominada: Internacional Sindical Roja.
Parece que una comunista, a su regreso en Berlín, fue quien le delató a la policía alemana. Su extradición a España fue cancelada gracias a la movilización emprendida por compañeros suyos. Ya en 1927 su expulsión del Partido Comunista era un hecho.
Pero volvamos a sus propias y tétricas palabras: “Niego una y mil veces que sea un espía fascista al servicio de Franco, como se me imputa”. La máquina de hacer picadillo ya se había puesto en marcha: la propaganda iba por delante: “El P.O.U.M., en relación con Franco. La Policía descubre una organización de espionaje que estaba en contacto directo con el enemigo (…) Los trotskistas eran los organizadores”, rezaba el papel oficial del Partido Comunista de España. Desacreditación. Imputación. Señalamiento. Y de ahí: el picadillo. Aniquilamiento.
“La fuga del bandido Nin”: pontificaba siniestra y cínicamente “Mundo Obrero” como panfletillo oficial de dicho sacrosanto partido. Nin había escapado. Ahora venía la coartada: había conseguido huir de manos estaliniano-soviéticas gracias a soldados perfectamente pertrechados con el uniforme “nacional”.
La vida de Andreu Nin se vio totalmente truncada verbigracia al cruce con otra vida no menos paradójica: la del siniestro Alexander Orlov. Agente de la futura KGB (entonces NKVD o GPU) escribía: “Teniendo en cuenta que en este caso [Falange Española: nota de José María Zavala], la mayoría de los implicados ha confesado, [a Andreu Nin lo desollaron vivo amén de otras sutiles torturas “Made In URSS”: nota mía] y que en los círculos militares y gubernamentales ha causado una honda impresión lo bien documentado y argumentado que está gracias a las completas declaraciones de los acusados, he decidido utilizar su importancia e indiscutibilidad para implicar a la dirección del POUM con la organización Falange Española y, a través de ella, con Franco y con Alemania. Cifraremos el contenido de este documento con el código secreto de Franco que tenemos a nuestra disposición y lo escribiremos (se refería a hacerlo con tinta simpática) detrás del plano de situación de nuestros puntos de fuego en la Casa de Campo, interceptado a la organización”.
Documento esencial para saber cómo organizaron el complot, la auténtica razzia o “caza de brujas” contra todo aquél que no se plegara a las directrices moscovitas. A Stalin no le temblaba el bigote a la hora de firmar sentencias o, al menos, de consentirlas de palabra: no le gustaba mancharse las manos desde que fue un “revolucionario profesional” en Tiflis.
Orlov reía como reía Stalin: sólo unos cuantos agentes del NKVD y algunos comunistas españoles, muy pocos, sabían que un intelectual brillante (reconocido como tal entre otros por Josep Plá), gran orador e inteligente político, fue secuestrado la noche del 22 de junio de 1937, una semana después de su detención. Que había pasado horripilantes días sin noche en la checa de la ronda de Atocha. Que después fue conducido a un pequeño hotel en Alcalá de Henares donde, incomunicado, sufrió el denominado “método seco”: jornadas interminables de golpes, insultos y vejaciones, en que el de normal enfermizo Nin no desistió y no firmó ningún documento en que se pusiera en duda la honorabilidad de su partido. Del “método seco” se pasó directamente a despellejar su cuerpo y seccionar sus miembros en carne viva. Muy al estilo de la Lubianka allá en Moscú: Stalin era aficionado a la charcutería con carne humana.
Antes del “secuestro” (“huida” según la maquinaria de despedazamiento), dejar una cartera con marcos alemanes, insignias fascistas y demás, engañarían a cualquier memo con ganas de convertirse a una religión «laica»: el escapulario de Stalin miraba a todos sus fieles también en España. El Pravda ondeaba con gusto la misma bandera del aniquilamiento en la España republicana de «elementos trotskistas» como en la URSS.
Orlov no pagó por ello: murió en la tranquilidad que supone haber amenazado al mismísimo Stalin (sólo Tito se permitió dicho lujo con algo de éxito): “el Caso Nikolai” trataba sobre el asesinato de Andreu Nin y otros dirigentes poumistas: “Tengo las fotografías y los nombres auténticos de los que participaron en el caso Nikolai”. También envió a Moscú una relación de asesinatos que el angelillo había ido cometiendo a lo largo de su militante vida. La misiva de Orlov forzó la muerte del sanguinario jefe de los servicios secretos Yezhov, al que sustituiría el sanguinario Yagoda y a éste, a su vez, el sanguinario (también pedófilo violador) Beria. A este último no consiguió mandarlo al hoyo el hombre del escapulario: la muerte le sobrevino antes a él. Pero Beria sería también pasado por las armas por los nuevos dirigentes rusos: Kruschev y comparsa. ¿Qué fueron las revoluciones todas sino monstruos que ansiaban tragarse sino a los ignominiosos seres que producían?
Orlov actuó así porque conocía, como fiel sabueso, bastante bien a su amo: sería premiado con un íntimo asesinato a su regreso a Moscú. Acaba así dicho perro de presa en EE.UU con el nombre de William Goldin: comerciante. De comerciante de vísceras y electrodos, pasó a errante hombre sin nombre fijo por el país “del decadente occidente capitalista-imperialista”.
Zavala de nuevo lo recuerda: el 7 de abril, veinte años después de la muerte de su amo, el corazón del perro de presa es apresado por el final que a todos llega.
Trotsky, tratado en el anterior artículo, a pesar de sus sectarias diferencias con el interfecto, también se hizo eco de que “Las intenciones de Stalin se aclararon con un cinismo excepcional cuando la GPU que tiene bajo sus garras a la policía española, lanzó una declaración acusando a Nin y a todos los dirigentes del POUM de ser “agentes” de Franco.”
Franco no tuvo empacho alguno en fusilar a Joaquín Maurín, fundador y dirigente del POUM.
Pero da igual: al final todos los dictadores actúan de manera predecible.
Pero la república con la que soñaban Andreu Nin y otros, como tal, no existía: estaba siendo carcomida por otro vulgar totalitarismo casi desde su inicio. De nuevo personajes “entre dos fuegos” nos lo recuerdan.
Primero buenas noches y muchas gracias, eskerrik asko Epicuro por tu felicitación en mi blog.Te mando un abrazo cordial ya que comparto contigo esta sección de blogs que el Diario de Noticias nos deja amablemente para expresar nuestros pensamientos.
Por supuesto que no me molesta el enlace que has dejado.Soy socia de Amnistía Internacional y cuando me enteré también firmé para evitar la lapidación de estas siete mujeres en Irán.
Saludos y buenas noches
Maika
Te recomiendo ver una película » Ezcaba » trata sobre La Fuga de San Cristobal.Es un buen documental y nos recuerda nuestra historia para que no olvidemos las muertes de muchas personas…
Gabon eta eskerrik asko Epicuro ( buenas noches y gracias ) 😀 😀