Si atiendo a la coherencia que supone, en el subtítulo de este blog, proclamar “Una visión de la actualidad desde la Filosofía”, no puedo quedar impasible –para mí lo mismo en este caso que cobardía- ante las amenazas a quien desde dicha disciplina quiera expresar lo que piensa. Las palabras no matan, a diferencia de lo que muchos totalitarios psicóticos piensan.
No, las palabras sólo pueden, en tan estropeadas cabecitas, poner semillas de dudas: pero el totalitario no se deja. Lo suyo es una visión a priori del mundo: una cosmovisión que todo lo explica…¡es tan sencillo! Los ateos lo sabemos bien: tiene que ser un pensamiento de lo más consolatorio. ¿Cómo explicar una naturaleza múltiple y cambiante de la cual los humanos, con dichas cualidades, formamos parte? ¿Cómo explicar la angustia que puede llegar a provocar el ser los únicos animales que saben que su vida tiene fecha de caducidad? ¿Cómo salir de tamaño atolladero siniestro?: una religión, una ideología. Marx, Karl, no Groucho (infinitamente más interesante) decía ingenuamente en “La cuestión judía”:
“Tan pronto como el judío como el cristiano reconozcan que sus respectivas religiones no son más que diferentes fases de desarrollo del espíritu humano, diferentes pieles de serpiente que ha cambiado la historia, y el hombre la serpiente que muda en ellas de piel, no se enfrentarán ya en un plano religioso, sino solamente en un plano crítico, científico, en un plano humano. La ciencia será, entonces, su unidad” (las cursivas son suyas).
Y digo que es aquí un ingenuo, porque de lo que habla Marx es cierto, pero imposible: siglo XXI; siglo religioso. Los ateos nos sabemos pocos. Poquísimos. Lo dicen las estadísticas. ¿Cuántos antiguos comunistas no simpatizan con el Islam?: yo conozco personalmente alguno…no simpatizante: converso. Mucho peor.
La solución de Marx es tan radical que no deja de ser ingenua, al menos en esta centuria. Siguiendo la solución de la antítesis hegeliana dice Marx concluyente: “¿Cómo se resuelve una antítesis? Haciéndola imposible [nota mía: de acuerdo] ¿Y cómo se hace imposible una antítesis religiosa? Aboliendo la religión”. De nuevo totalmente de acuerdo. Pero la teoría, como bien sabía Marx, no era nada sin praxis: y la praxis se llevó a cabo en la antigua Unión Soviética haciendo una nueva religión, pagana, pero religión.
¿Qué nos queda a los que nos consideramos ateos?: defendernos de aquéllas de entre las religiones –sobre todo las monoteístas- que nos agredan, nos ataquen, nos amenacen.
Si existe la posibilidad o no de un Islam compatible con la democracia y no con la teocracia –términos a la fuerza antitéticos y sobre todo desde la Revolución Francesa – es un debate que dejo a los amigos que visiten el blog. Que sean ellos los que creen el debate: yo ya poseo el lujo de escribir lo que quiero.
El por qué del presente escrito viene a cuenta –ahí está dicha actualidad a la que respondo en el subtítulo de este blog– de las amenazas recibidas por un profesor de Filosofía en Francia. Su pecado: criticar al Islam.
La estupidez humana puede llegar a no conocer límite alguno y acabar llamando a los que vemos una amenaza en forma de espada de Damocles sobre nuestras testas al único monoteísmo que nos amenaza como disidentes: por ateos y respetuosos con el derecho de ciudadanía (con todas las letras) de la mujer. Ya he escrito mucho del tema: quien quiera que se moleste en leer lo que en otros artículos digo.
Pero bien sabemos que hoy, a día de hoy, no todas las religiones nos amenazan. No todas son iguales: visiten un país budista y otro musulmán, verán las diferencias. Vean si no a quién se amenaza en la autocensurada obra de Mozart “Idomeneo”: la cabeza de Mahoma, la cabeza de Jesucristo, las cabezas de Buda y Poseidón. ¿Quién se ofende y amenaza lo justo para que los propios componentes de la Ópera de Berlín se asusten y autocensuren?
Hoy, a día de hoy, una es la que amenaza el mundo del pensamiento, de la Filosofía, de la Ciencia que diría Marx: la misma amenaza que casi desde su origen arrebatara la libertad de pensamiento a sus mejores hijos. El aristotélico Averroes: el primero de una larguísima lista.
No, hoy el imperio políticamente correcto no tiene escrúpulos en llamarte de todo (xenófobo, islamófobo…) cuando defiendes intereses comunes, incluso los de aquéllos que como tú no piensan.
Voltaire, un creyente, un deísta, definitivamente tenía razón: “La superstición que hay que extirpar de la tierra es la que, al convertir a Dios en un tirano, invita a los hombres a ser tiranos”.
Sólo nos queda una salida: no ser tiranos. Padecerlos será un honor. No pensar como ellos y desde ahí combatirlos: un deber.
Sea pues.
Imágenes: Marx arriba a la izquierda, a veces acertadísimo. Abajo a la derecha: François-Marie Arouet, Voltaire, gran aliado.