Manifiesto

Tengo suerte. Veo todavía montes desde el lugar desde el que, no obstante, puedo otear el horizonte casi infinito. Pero los montes no siempre son naturales en los últimos tiempos: el hormigón no me deja ver ante mí con el supremo esplendor de pretéritas y siempre añoradas épocas un deslumbrante atardecer.

Pero –y es un gratificante pero- el horizonte, los atardeceres y el sonrosado cielo pueden más que las hormigonadas colmenas que nos fabricamos: veo el cielo, atardeciendo pues, con algunos montes al fondo. Las nubes alargadas parecen caminos que llevan al apacible lugar desde el que regreso.

Y pienso. Pienso en el cálido y amable cacereño que he conocido en el tren al regresar. También en el gaditano chaval de diez u once años que, con la alegría de vivir de quien es de donde es, rodeado de su familia y con dicha edad, sólo sabe ser así y sorprender a alguien que, como decía la canción de Loquillo y Los Trogloditas, tiene “Treinta y tantos…”. Pienso, pues, y leo.

Y porque leo, devoro en un viaje: “Contra las patrias” de Savater (tranquilos leones), lo justo para regresar del lejano sur hasta Pamplona.

El chaval de Cádiz que espera conmigo en el baño, me mira divertido, encantado. Me sorprendo a mí mismo como tímido: ¿soy un introvertido a estas alturas? Su alegría al decirme que volvía de nuevo a “Ronzeválle” me alegra lo indecible: “Vamo a hacé er Camino otra vé” (de Santiago se entiende). Sólo consigo soltar un insulso “¿Te gusta Pamplona?» y me siento como un imbécil: quería preguntarle más por contrastes orográficos, digamos, estilo Roncesvalles; pero la respuesta sigue siendo más inteligente que la pregunta: “Zí, musho”.

El cacereño se queja, con razón, de que todos los ayuntamientos y gobiernos regionales no hacen sino invertir en ladrillo y “má ladrillo”. Evito la risa tonta metiendo mis narices en el libro teniendo en cuenta que un par de constructores navarros están entablando amable conversación con él: el silencio es sepulcral y yo estoy de acuerdo con el cacereño.

¿Por qué no le he dicho que conocí su ciudad este verano?: un cerrado del norte. Debo ser éso. Pero bien sé que no. Honradamente no. Ha sido un día entero de viaje y en solitario: he aprendido a escuchar un día entero. No está nada mal. Ahora cenaré y dormitaré lo que mi cuerpo me deje.

He conocido gente estupenda. Ya sabía que existía en todos los sitios que este verano me ha regalado: increíble verano para un viajero como quien humildemente les habla, abrumado por la cantidad de volteretas geográficas que por Europa y la piel de toro ha podido realizar (no me quejo de ello aunque me halle ahora físicamente reventado) gracias a una situación personal que no merece la pena detallar.

Ahora, pienso: el terruño no vale un carajo y lo vale todo: créanme. No estoy -y es de agradecer- en el castigado Beirut; tampoco en la castigada Haifa; no en Bagdad; no en Bangladesh; no en Londres aunque no hace ni un mes que estuvimos allí, en el amenazadísimo Heathrow…pero no…es Pamplona…Iruña

Y estoy bien, me gusta. Vuelvo a recordar cómo es mi cama…¡coño, las demás me destrozan la espalda y no han sido pocas!

¿Amor al terruño? Hay mejores cosas, mejor dicho, mejores personas con las que alojar dichos sentimientos. ¿Añoranza de la “patria chica”?: que jodan a todas las patrias, menos a las “chicas”…

Concepto que más ha derramado sangre este vil ser llamado humano (Freud dixit): patria, colorines, fronteras, banderas. No, me quedo con el apacible sentimiento del viajero que regresa a su hogar, repito, “hogar”. Los británicos y los irlandeses saben bien de qué hablo: no “mi casa”; no “mi piso”; no y mil veces no. “Home” implica mucho más: regreso a mi “Hogar”.

Prefiero mil veces una patria chica que no tener que reivindicar las 24 horas del día «La Matria» (sic) que nos parió (ejercicio exasperantemente aburrido, pues todos los fascismos se caracterizan por ello: falta de sentido del humor) y su pasado caracterizado por una mitológica exacerbación teológica: ¿cómo no haber cristianos abertzales y “rojos”? (de pega, claro, y sin leer a Marx y Engels lo que de las patrias opinaban y, no digamos, de los “pueblos”). Digo lo mismo de los nacional-católicos de más rancio abolengo español-patriotero. Nietzsche, al menos en esto, tenía razón.

Sirva como corolario a este “manifiesto” lo que sigue: este blog no es un refugio de y para nadie en concreto, es un punto donde razonar (no reñir), donde explicar (no insultar), donde contar y explicar (no dogmatizar y dar mítines: que si algo aburrido hay en este mundo son las homilías de atril con banderas sacrosantas colgando de él, sean éstas españolas o vascas o congoleñas), donde diferir (no adoctrinar): sea así entonces.

Los sentimientos están bien para no escribir: al menos para no escribir poesía. Lo demás son juegos florales harto peligrosos donde sentimientos y política se entremezclan como zarzas: las zarzas pinchan y la sangre aparece de nuevo. Que el sentimiento y la política, como la religión y la filosofía, sigan caminos distintos señores. Por favor.

Dejémonos de bobadas: los sentimientos son de cada cual. No hagamos melindres empalagosos cada vez que unos digan “Estado español”, como cuando otros digan “España”; “Euskalherria” o “Txantrea independiente”… Los idiomas sirven para comunicarse y, con cuantos más seres humanos, mejor. Ahí radica, mejor dicho, radicaba el mejor acervo de la izquierda hace tiempo: el euskera, el español, el inglés o el gaélico, todos los idiomas deben evolucionar porque no son nada sin las mentes que los crean, entienden y, por tanto, utilizan. Los idiomas, las lenguas, los dialectos no flotan en el jodido éter, existen gracias a quienes los utilizan («los eúskaros» decían los siempre inteligentes romanos). Yo quiero un lenguaje filosófico, es decir, que maneje conceptos a veces complejos y enrevesados para poder decir lo que realmente merece la pena: en el euskera es posible más que en ningún idioma. Me echo en cara sólo saber cuatro míseras palabras y que mi familia lo perdiera: lo utilizaría contra los pitufos neuronales que sólo quieren vivir en y desde él: ¿será posible su tontería sin las injerencias del “euskara batua”?…¡pobrecillos!.

Una notita para los amigos del arte castrense: el euskera ya es mestizo, no se empeñen Vds. en hacer de él algo puro. Las influencias no son únicamente del español o castellano, sino del más puro latín. Eso, y no mitificaciones empalagosas (perdonen tanto pleonasmo), son lo que hacen a una lengua abierta y merecedora de utilización. Si no es así, la muerte está a la vuelta de cuatro días.

A quienes persiguen desde «el otro lado» dicha lengua (léase la injusta e insalubre situación del «Patxi Larrainzar«) les espeto dicha verdad igualmente a la cara: ahí dejo de lado mi introversión.

Reivindico la no persecución de dicha euskérica lengua lo mismo que del castellano o español: las explicaciones a posteriori y sin razonamientos a dicha reivindicación a modo de manifiesto únicamente reflejarán a quien enfermizamente se “sienta” a un lado de la “¿barricada?”: que le aproveche la neurosis.

Sigo pensando que quien más o quien menos está de acuerdo en unos mínimos, y es en éstos en los que hay que bucear: las diferencias sólo valen para las individualísimas personas, nada más; es la parte positiva. La parte negativa sólo sirve para remarcar el creerse mejor que los demás: curiosamente de los más cercanos (¿cuándo un nacionalismo, como dice Boadella, que se reclame al estilo de “soy más burro que los demás”?).

Aquí encontrará el amigo viajero “virtual” – por este tren de la información que puede y debe ser Internet – un sitio donde será leída su opinión e incluso contestada: pero siempre desde el respeto y la educación. Absténganse mediocres monaguillos de banderola y mártires de patria alguna. Los mártires sólo crean sangre y la sangre en nada vale derramada.

Sólo desde la palabra, en este caso escrita, podremos llegar a dichos “mínimos”: sea cual sea el pensamiento que cada cual plasme en estas cuartillas virtuales. Sólo con la sana intención de saber buscar lugares comunes y no excluyentes o insultantes es como este blog puede tener la interesante vida que tiene.

Que los enanos mentales que critican a un autor por el sólo hecho de “caerle mal” o por ser leído de manera parcial y cercenada a través de un buscador en “la red de redes” se dediquen a la filatelia, por favor: tal vez sólo así tengan alguna utilidad.

Yo, por mi parte, sigo creyendo que hay gente de todo tipo en todos lados: yo mismo soy una muestra de ello.

Espero que Vds. también.

Fotografía: Atardecer sin fronteras en Málaga.

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
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5 respuestas a Manifiesto

  1. Buscador dijo:

    Yo (me) acuso

    Querido Epicuro:
    tu artículo me trae a la memoria una escena real ocurrida en las murallas, en la terraza de «El caballo blanco», para ser exactos.
    Los hechos
    La escena ocurre una tarde del verano de hace, creo, dos años. La policía había desalojado el gaztetxe hacía pocos días, y cada tarde había persecuciones, escaramuzas y enfrentamientos entre grupos de manifestantes y policías nacionales. Las carreras tenían lugar entre la Plaza del Castillo, la de Compañía, Navarrería y la plaza de San José.
    La terraza del Caballo estaba esa tarde a rebosar de clientes, pamploneses y turistas, niños incluidos, y transcurría plácidamente entre cervezas y conversaciones. El ambiente era, y es, vagamente progre.
    Repentinamente aparecieron a la carrera y procedentes de la Plaza de San José unos veinte o veinticinco jóvenes. Rodearon la terraza y siguieron por la Barbazana. A los pocos segundos hicieron su aparición un grupo de policías que corrían tras ellos. Uno de ellos acortó camino saltando el pretil que rodea la terraza, por la esquina de lo que fue en su día un crucero, y volviendo a saltar para continuar por el exterior.
    Se hizo un breve silencio a causa de las inesperadas apariciones, y del silencio de las mesas se alzó una voz femenina dirigida al policía que había saltado: «¡Dejádnos en paz! ¡Vete a tu casa! ¡ANDALUZ!». El grupo de policías desaparecío por el mismo camino que aquellos a quienes perseguían.
    Nadie dijo nada más en voz alta. Un momento después las conversaciones se reanudaron y todo continuó como si nada hubiera pasado.

    Las interpretaciones

    La utilización de la palabra «andaluz» con intención de ofender es una manifestación inequívoca de xenofobia. A mí me ofendió, desde luego. No sé a cuántos más. Algunos niños se quedaron pasmados. Algunos turistas eran, quizás, andaluces. Y, quizás también, se sintieron especialmente heridos. En todo caso, no es necesario ser andaluz ni de ninguna otra parte para sentirse ofendido. Imagínate cómo explicar esto a tu joven amigo del tren. «¿Te gusta Pamplona?». «Zi, musho».

    Lo peor

    Pero ¿qué hicimos los demás? ¿Qué hice yo? Callar. Definitivamente, en la terraza sólo había dos tipos de gente: xenófobos y amedrentados.
    Citas bien a Brecht: yo miraba para otro lado mientras iban a por los otros. Cuando vinieron a por mí no quedaba nadie que pudiera defenderme.
    Tanta sandalia, tanto artista, tanto profesor universitario, tanto folleto de acto cultural, tanta camiseta rebelde. Peor. Sólo estábamos xenófobos y amedrentados.
    Quizás una sola xenófoba y cien amedrentados. Pero fue suficiente para hundirnos a todos. Triste comodidad. Triste relativismo. Malos tiempos para discrepar, o para ser diferente.
    Malos tiempos para la libertad.

    Salud Epicuro.

  2. Epicuro dijo:

    Realmente debieras ser tú, amigo Buscador, el que tuviera un blog y yo el que pusiera de tanto en cuanto algún que otro comentario.

    El ejemplo por ti expuesto no sólo está ordenada y correctísimamente expuesto, sino que le retrotrae a uno a vivencias pretéritas bastante similares e igualmente desagradables.

    Realmente yo también me acuso…intento vivir con la conciencia limpia en este sentido, pero virgen ya no somos ninguno: todos llevamos dentro un pequeño cobarde.

    Aún me atrevo a afear la conducta a chusma que cree que las fronteras políticas -humanas por tanto- salvaguardan su santificada «tierra» de incendios y estupideces por el estilo: pero yo también he mirado a otro lado.

    Todavía recuerdo una pintada en el barrio de La Rochapea: «España puta y seca» pinturrejeada en plena pertinaz sequía hace unos años…no merece la pena psicoanalizar al imbécil que lo escribió, pero sí merece la pena reflexionar -como tú y yo hacemos- sobre el muchísimo tiempo que estuvo presidiendo una larga calle.

    Es sólo otro de muchos, demasiados, ejemplos.

    Salud Buscador.

  3. simplicius simplicisimus dijo:

    No hace tanto tiempo, intenté entrar en un bar en la carretera de burgos y un amigo me agarró del brazo. ¿Te has fijado en la entrada? pues mira por donde,no. Soy un despistado. Ponía el siguiente texto en feaciente castellano.
    » PROHIVIDA LA ENTRADA A PERROS Y VASCOS» literalmente.
    Ciertamente la estupidez humana no conoce fronteras.
    Otra situación para la reflexión.
    Llevaba una chaqueta baska con sus bolicas y todo que me había hecho mi abuela como era menester. Pues bien me para un policía armada ( de aquellos tiempos y me espeta….» vasco vete a tu tierra»
    como si navarra ni fuera baska por los cuatro costado, que no vascongada, y como si el fuera el dueño….de navarra….
    en fin, volvemos a la estupidez.
    he vivido toda mi vida en un barrio de predominio andaluz. Y ciertamente no han existido mas que los problemas lógicos y normales de toda convivencia.
    Ahora son rumanos, colombianos, africanos…..
    ¿acaso poseemos mas de la tierra que en la que vamos a ser enterrados?
    el resto es falta de educación. elemental mi querido watson
    besos.
    PD: Solo la ignorancia lleva a la xenofobia pues todos somos inmigrantes en esta tierra….

  4. Buscador dijo:

    Me alegra constatar que los habituales de este blog se manifiestan contrarios a la xenofobia, al menos en privado. Era de suponer. Pero la sustancia de mi anterior escrito era más bien el hecho de que no se producen las mismas manifestaciones en público. O, al menos, no se producen siempre. Es un tributo en forma de pérdida de libertad que pagamos para preservar nuestra comodidad.

    En todo caso, y en privado, aprovechando su constatada buena fe y afición al debate tolerante, no quiero dejar pasar por alto un aspecto, digamos marginal, del comentario de Simplicius. Aquello de que Navarra es «baska por los cuatro costados». Ya sé que empleamos cantidades injustificadamente altas de nuestro tiempo y esfuerzo en este debate, pero también sé que callarse no ayuda a clarificar, sino todo lo contrario.

    El marco político

    La actual ordenación de lo que hoy llamamos Navarra, la Comunidad Foral, no se corresponde con su apreciación. Obviamente no ha sido siempre como es ahora, y es posible que cambie en el futuro, quizás en el sentido que usted apunta, o quizás en otro.

    El marco cultural

    Creo que es innegable que hay navarros de cultura vasca, como es innegable que hay navarros de cultura castellana. Estoy hablando de lengua y folklore principalmente, porque no he notado diferencias en cuanto a costumbres, sistemas de valores, actitudes ante la religión, y otros componentes culturales. No debemos tampoco olvidar que hay navarros más recientes de diversas culturas y religiones, y estos son diferentes de manera más profunda.
    Hablo de navarros y no de Navarra porque no creo que la cultura pertenezca a los territorios sino a los ciudadanos.

    Los anhelos

    Igualmente, hay navarros que desean formar parte de un futuro estado vasco, como hay navarros que desean permanecer en el actual. Y hay navarros que no pertenecen a ninguno de los dos grupos.
    Antepongo los anhelos de los navarros vivos a cualquier razonamiento historicista porque no creo que nadie esté obligado a continuar inserto en un proyecto que puede no compartir. Y eso sin entrar a valorar la más que dudosa validez de las interpretaciones de la historia que se venden como Historia.

    Algunos pensamos que es tan falso, y contraproducente, negar la existencia de lo vasco en Navarra como pretender que Navarra es vasca “por los cuatro costados”. Aspiramos a vivir en una comunidad cuyos políticos no interfieran en la vida cultural. No impidan, no promocionen, no manipulen, no construyan identidad, no destruyan identidad. En fin, que se limiten a garantizar el buen funcionamiento de lo público.

    Un ruego

    No ocupe “los cuatro costados”, deje alguno para los navarros culturalmente diferentes que no anhelamos ser integrados en su proyecto.

    Un abrazo

  5. simplicius simplicisimus dijo:

    Completamente de acuerdo con su escrito amigo mío. Desde la A a la Z.
    Simplemente me gusta de vez en cuando impregnar los escritos con un poco de provocación. 😆
    Anhelo como usted a la convivencia plena, por que creo firmemente que es perfectamente posible.
    En cualquier caso en alguna dirección deberemos tirar los navarros, tan proclives a pelearnos por no ser lo que otros quieren que seamos sin empeñarnos en saber quien demonios somos y que es lo que queremos.
    saludos

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