Fútbol y masa

Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo –en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente como todo el mundo, y, sin embargo, no se angustia, se siente a sabor al sentirse idéntico a los demás”.

(José Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”).

Leía a primerísima hora de la mañana en un periódico digital la noticia de la curiosa, que no nueva, celebración de unos cuantos –no pocos- niñatos energúmenos, a cuenta de la sufrida victoria del Barça ayer de la otrora conocida como “Copa de Europa” sobre el Arsenal.

A mi mente ha venido un torbellino de imágenes. De vivencias. Pero sobre todo, de Filosofía.

Y es que el asunto ya fue investigado por Freud: el hombre en masa se vuelve más frío e inmaduro. Sobre todo inmaduro. Así vinieron a mi mente las palabras de Savater al respecto, en su “Autobiografía razonada: Mira por dónde”: “Ningún individuo sabría ser tan cruel y tan imbécil por sí solo como llega a serlo cuando recibe la patente de corso del enjambre”. Porque cruel e imbécil son las palabras que denotan las actitudes de los susodichos lerdos que se dedicaron la pasada noche a desvalijar comercios, romper todo lo habido y por haber en la Plaza de Catalunya y de la bellísima y llena de recuerdos para mí, Rambla de Canaletas.

¿Qué más imbécil sino, que destrozar todo a su paso en la ciudad que inicialmente representó dicho equipo de fútbol? Y digo que inicialmente representó porque hoy, a día de hoy, el Barça tiene, afortunadamente, la cosmopolita influencia de peñas de Cáceres, de Badajoz, de Sevilla, de Inglaterra…Eso es lo verdaderamente importante para mí en los equipos de fútbol: la mejor globalización ha llegado a ellos de manera natural, denotando, precisamente, el mestizaje de las grandes urbes. Barcelona no sería nada, no digamos de Catalunya por extensión, sin inmigrantes: españoles o extranjeros.

Pero los niñatos querían romper escaparates, romper taxis, cabinas de teléfono, farolas, semáforos: porque el eterno adolescente tiene su propia forma de llorar cuando no le dan lo que quiere: rompe con todo y todo; se emborracha para narcotizar la terrible sensación en que se ve sumido: ni papá ni mamá le hacen el suficiente caso. Se enfurruña y roba en una tienda de ropa mientras anima a su equipo…va de malo porque no le dejaron otra…papá y mamá están muy ocupados. No le quieren y por ello ya no quiere que le quieran. ¡Pobre eterno adolescente, que buscará en una infeliz otra mamá a la que martirizar!

Mientras, prefiere hincharle las narices a otro aficionado del mismo equipo o de otro: dan igual los colores a la hora de soltar borbotones de frustración adolescente.

En realidad, Savater tiene razón al hablar de ese “ente” llamado “masa”: “La masa no tiene enemigos sino que elige presas”.

Y si la presa es débil, habría que añadir: ora una cabina telefónica, ora un chaval borracho y solo, miel sobre hojuelas.

Así el eterno niñato se justifica a sí mismo: soy alguien y lo demuestro en la masa. Pues en la masa soy: y cuanto más soy, más en grupo lo demuestro.

P. D.: Sinceras felicitaciones, no obstante, para Barça y, sobre todo, Osasuna.

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
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