Filosofía y praxis

Supongo que el bienintencionado prefiere siempre al filósofo que se dedica a la metafísica pura. A discernir entre diferentes trascendencias con precisión que sólo dicha disciplina le arma a base de complejos vocablos y conceptos. Supongo que ése es el filósofo que ante el grito de “no entiendo nada ¡qué inteligente tiene que ser!” se gana el aprecio de unos, de otros y los de centro…

Supongo que es fácil ser así: embelesado de la propia sapiencia con que iluminar a sus congéneres tan superfluos.

Supongo que para alguien así la Filosofía Política: ésa tan áspera como incómoda vertiente molesta, le supone un engorro. Tanto a él, como a unos, a otros y a los de centro…

Supongo que, tal vez, el filósofo es la idealización de un hombrecillo que como uno de los Siete Sabios de Grecia: Tales de Mileto, mientras caminaba iba observando fijamente las estrellas y cayó en un agujero en la calzada de Atenas: una señora se carcajeaba sin disimulo por su abstracción tan poco práctica.

Pero tal vez, la filosofía no sea lo que dicha anécdota ni por asomo. Tales así lo demostró más adelante.

Platón y Aristóteles (señores sin los cuales la denominada “ciencia política” no sería nada) se dedicaron teórica, práctica y ampliamente de la política: Platón intentando crear una tiranía a imagen y semejanza de su “República” con tres intentos fallidos (1) allá por Sicilia y acabando como esclavo y salvado (comprado) por un familiar, y “El Estagirita” (Aristóteles) como autor de su monumental obra “Política” y como tutor de Alejandro Magno.

Así que, si Vds. me lo permiten y tienen a bien, seguiremos metiendo los pies de charco en charco mientras llueve: el filósofo se tiene que meter en líos. Se tiene que mojar.

Porque siempre estará la bienaventurada situación de quien tras un halo académico se siente encima de su cátedra y dispare al infinito viendo siempre “más allá” que los demás mortales.

No, perdonen pero me quedo con el bueno de Epicuro: ante tanto “más allá”: un radical “más acá”.

Ello no tiene que ver con la participación activa en la política. Algo que quedó atrás al menos en uno: prefiero el análisis y la reflexión.

Siempre recuerdo la advertencia, al hilo de lo anteriormente dicho, de un nunca escarmentado Platón:

Era yo joven y sentía lo que tantos otros de mi edad. Pensaba dedicarme a la política en cuanto pudiera disponer de mis actos. Pero veréis cómo estaba la situación política de mi país por aquel entonces. El régimen político existente era blanco de críticas por todos lados, lo que hizo que se produjera una revolución. Cincuenta y un ciudadanos fueron puestos al frente del nuevo orden que se instauró (…) Algunos de ellos eran amigos o familiares míos, por lo que me pidieron inmediatamente que colaborase, entendiendo que ello me convenía. (…) En poco tiempo consiguieron que el régimen anterior pareciese, con relación al que crearon, una edad de oro. (…) A la vista de esto [purgas e injusticias] me sentí lleno de indignación y me aparté de las miserias de aquellos tiempos. Pero pronto cayeron aquellos treinta tiranos, así como el orden vigente. Nuevamente, aunque ya con menos apasionamiento, sentí deseos de participar en política. Al ser aquella una época turbulenta, también este gobierno hizo cosas reprobables. Por otro lado, no es de extrañar que cierta gente, valiéndose del río revuelto de la revolución, aprovechara para vengarse de sus enemigos (…) [condena de Sócrates entre otras cosas]”

Al final comprendí que todos los Estados se hallan hoy mal gobernados, dado que su legislación es poco menos que incurable sin recurrir a medidas enérgicas (…) Entonces tuve que reconocer, dicho sea en alabanza de la filosofía, que sólo ella puede ayudarnos a aclarar en qué consiste la justicia tanto en el orden público como en el privado”.

Es la parte que más me emociona y que mejor refleja el hartazgo por las grandes ideas. Por la política compuesta de “servidores públicos”. Platón pecaría de reincidente. Tres veces más. No es poco.

Quede a modo de ejemplo lo dicho por Platón en mi personal relación de “amor-odio” hacia la política (amor por la teoría, odio por quien la practica que no por la práctica).

¿Acaso el Platón de la “Carta VII” arriba reflejado no deja de ser una manera pragmática para que algunos no cometamos ulteriores errores? Pero, y es un gran pero, quede claro que nos afecta de igual manera como ciudadanos con derechos y deberes. Obligados estamos a reflexionar sobre qué queremos y qué no.

Al final, aunque no sea nunca a gusto de todos, siempre llueve.

Así, todos nos mojamos.

La filosofía, también.

(1):Escuchadme, pues, en nombre de Zeus salvador, en esta tercera ocasión”: Como curiosidad, sepan que en mi edición de la “Carta VII”, pone explícitamente cómo después de intentarlo con el tirano Dionisio el Viejo y después con su hijo Dionisio el Joven, dice estas palabras de las cuáles derivaba la creencia de que la tercera vez que se intentaba algo era la más propicia para obtenerlo. De ahí derivó, a su vez, la castellana frase: “A la tercera va la vencida”. Por eso los atenienses ofrecían en los banquetes la tercera y última copa a Zeus, bajo la advocación de salvador, dedicando las dos primeras libaciones a Zeus olímpico y a los héroes. Aún habrá necios que no vean sus orígenes en la Grecia Clásica.

Foto de arriba a la izquierda: Tales de Mileto.

Foto de abajo a la derecha: Platón y Aristóteles reflejados en el maravilloso fresco de Rafael: «La Escuela de Atenas«. Quien posó para hacer del canoso Platón, fue un buen amigo de Rafael: el gran Leonardo da Vinci, que evoca con su dedo el celestial mundo de las ideas, frente a la palma de la mano de su discípulo Aristóteles representando su apego a las cosas mundanas (praxis).

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
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