Sin duda, sus obras tendrán un mayor éxito todavía. Las nuevas ediciones y las reediciones aparecerán por doquier. Pero algunos agradecemos que nuestra generación haya tenido el privilegio de conocer en vida a Jean-François Revel (Jean-François Ricard).
Su obra “La obsesión antiamericana. Dinámica, causas e incongruencias” nos hizo, definitivamente, acabar el trabajo por despertarnos de un sueño dogmático que otros como Albiac aquí y Glucksmann o Taguieff en su Francia natal, también se encargan hoy de estructurar. Digamos que Revel dio la materia prima del edificio –no nuevo- en que debíamos vivir.
Su forma de pensar comienza a quedar clara en sus primeros ensayos, como el nunca encontrado “Ni Marx ni Jesús”: conmino a quien quiera a que si encuentra dicho libro se ponga en contacto conmigo. Da exactamente igual si está o no de acuerdo conmigo o Revel, el agradecimiento será igual de sincero.
Así, “Ni Marx ni Jesús”, define a este autor en sus intenciones: ateo y liberal.
Todavía recuerdo la anécdota leída hace un tiempo en un medio digital: mayo del 68, todo bullía en las calles. Más aún en las mentes: las facultades de Sociología y de Filosofía eran cabezas con eslóganes a reventar. En una de las muchas asambleas, Revel toma la palabra y lee. El discurso es incendiario. Anticapitalista. Aplausos. Gritos a favor. Cuando van desapareciendo tantos alardes entusiásticos, Revel advierte: es un texto de Benito Mussolini, años 30. Revel sale entero de la situación pero no sin ciertos riesgos. Fue una llamada de atención, de alerta: ¿Qué se defiende aquí?, vino a ser su grito de peligro.
Revel, que resistió en la praxis y ante el vértigo que supone una hoja de papel a rellenar, contra cualquier clase de totalitarismo, en la primera modalidad luchando activamente en la Resistencia contra el nazismo ocupante y en la segunda contra el totalitarismo soviético y, mucho más, contra la connivencia de la Izquierda sobre todo en su país, ha muerto a los 82 años.
Ha muerto alguien que supo abrir ojos a incautos –como quien suscribe- contra cualquier clase de “comprensión” infantiloide y cándida hacia cualquier dictadura: sea militar o de “clase”.
“Quien se limita a repetir un resentimiento inspirado por prejuicios se condena a sí mismo a la impotencia”, diría en “La obsesión antiamericana”. ¡Cuántos de entre nosotros tendrían que aplicarse dicha premisa! Premisa que parte de una sincera aversión a cualquier clase de ideología. Recuerden los reticentes, los desmemoriados y los desconocedores de su obra la siguiente aseveración: “La ideología es una máquina de rechazar los hechos, cuando éstos podrían obligarla a modificarse. También sirve para inventarlos, cuando le resulta necesario para perseverar en el error”. Cualquiera que haya adolecido de dicha enfermedad ideológica, sabe de qué hablaba este último ilustrado francés.
Su defensa de EE.UU no fue, sin embargo, acrítica: como cualquiera con un poco de sensatez y coherencia en su mente, estuvo totalmente en contra de la pena de muerte que todavía subsiste en dicho país.
Tampoco estuvo a salvo de su irónica e inteligente crítica la idealización de la cultura: “La idea de que una cultura preserva su originalidad atrincherándose contra las influencias extranjeras es una antigua ilusión falsa que siempre ha dado un resultado contrario al que se buscaba”.
Lo que más temió Revel es que ésta fuera una época de libertad entre totalitarismos: la connivencia con el terrorismo teócrata siempre le resultó indicativa de mentes que, sin ideología clara con que autoengañarse desde la caída del Muro, habían adoptado una nueva forma de salvar sus “prejuicios” a base de “repetición”. Sirva como ejemplo el caso de Illich Ramírez Sánchez (“Chacal” o “Carlos”): el paso del estalinismo más recalcitrante al islamismo más judeófobo (que diría precisamente Taguieff) y misógino. Alá preserva la “lucha de clases”. Amén.
Rebelde con causa, Revel supo que nunca alguien que diga ser -con la boca no pequeña precisamente- antidogmático y antidictatorial, amante de la libertad individual por encima de todo, puede permitirse la ignominia de ser un comprensivo y repugnante adulador de Hitler, Mussolini, Mao, Pol Pot, Stalin, Castro, Le Pen, Bin Laden o Kim Jong-il: deificadores todos de la palabra que más aniquiló la libertad individual: el Estado omnipresente.
Ha muerto un filósofo.
Fuí uno de los admiradores de JEAN FRANÇOIS REVEL, y tal vez me toque hoy confesar mi «media torpeza», pero mi admiración fue desapareciendo a medida que iba viendo en él un deseo inaudito de eliminar todos «los dioses del escenario político mundial». Pensé que tal vez tubiese algo de razón, pero después me convencí de que la solución no creo que esté en destruir lo que hay, sino en reemplazarlo por «algo» que sea más positivo, ya que de lo contrario sólo conseguiremos dejar el «areópago» hecho un desierto. Nunca destronó a algunos como Bakunin, y tal vez tubiese un poco razón pero en la actualidad
«los de la A en el círculo» que en su origen pretendieron ser sus seguidores, no nos han aportado nada nuevo ni creo que lo hagan en el futuro. El mundo necesita rápidamente soluciones, pero no creo que debamos tirar «un trapo» por viejo que esté sin antes haberlo reemplazado por otro que el menos esté en mejor estado. En filosofía en nihilismo ha quedado ya desaconsejado. El vacío es muy peligroso, y creo que en la actualidad es uno de los males que aquejan a nuestra juventud. De todas formas trataré de documentarme algo más sobre el tema por si yo mismo pudiese estar en un error. Salu2 🙂
Un saludo Matxorri:
Bien, la verdad es que tu crítica no es ni mucho menos tan «indocumentada» como piensas: realmente me la puedo aplicar a mí mismo. A veces desconfiamos en exceso de todos los políticos. Aunque tanto en el caso de Revel, como en el mío (muchísimo más modestamente, claro) es normal.
Jean-François Revel tuvo ciertas simpatías comunistas cuando estuvo en la Resistencia anti-nazi. Algo lógico en alguien joven. Después pasó por la socialdemocracia francesa de Mitterrand, para acabar dando por hecho lo que algunos creemos: que izquierda y derecha se llevan cada vez menos.
Como buen ensayista y periodista ha sido reivindicado en su época por anarquistas, como bien dices, y ahora por los denominados «anarco-capitalistas» así como por el centro reformista y la derecha liberal.
En una conferencia hace unos años que dio un miembro de la ONG «Intermon Oxfam» (Jose Antonio Sanahuja, a la sazón catedrático de Historia por la Complutense de Madrid), para sorpresa de todo el auditorio (en mayoría aplastantemente cristiano-socialista, que merecen todos mis respetos pero con los que ni por asomo estoy de acuerdo), sorprendió a todos -decía- atacando el «proteccionismo». Puso como ejemplo el hecho de que aquí en Navarra se quería «proteger» el espárrago típico de por estos pagos en detrimento del de Perú, por ejemplo.
Bien, el tal Sanahuja defendió precisamente lo contrario: exportar el espárrago de aquí e importar el de países mucho más pobres como Perú: éso es precisamente lo que defendía desde el liberalismo económico Revel. Que el Estado sólo tuviera una presencia reguladora para que tal intercambio comercial no se diera en condiciones desfavorables para el más pobre (en el ejemplo: Perú).
Conste que el liberalismo desprecia a Marx, y quien suscribe no. Creo que Revel, como Marx, en lo que más se distinguieron fue precisamente en su labor de total agitación divulgativa a través del periodismo y del ensayo. Y sobre todo, en defender los hechos antes que la «Ideología» (Marx lo decía con toda la carga filosófica que conllevaba pues estaba criticando a Hegel y a otros padres del idealismo). Es decir, que los hechos conformen en nosotros una forma de «solucionar» lo que no nos parece correcto y no ver los hechos con una ideología a priori, pues esto conlleva siempre querer amoldar la realidad a nuestra «Ideología».
Por lo demás, y en lo que gana Revel, es en su defensa a ultranza de la libertad individual y en su lucha antidictatorial (de acción y obra), provenga dicha dictadura de la Izquierda o de la Derecha (criticó por igual a Pinochet como a Castro). También fue uno de los primeros en criticar la concentración mediática en pocas manos y toda clase de actitudes monopolísticas.
Un afectuoso saludo Matxorri, espero haberte animado a volver a leer a dicho autor y de haber puesto un poco de curiosidad en nuestros lectores y visitantes para leerlo de nuevo, independientemente de que estemos o no de acuerdo.