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Arte y confección

viernes, 12 de junio de 2009 Dejar un comentario Ir a comentarios

Dirección: Anne Fontaine Guión: Anne Fontaine y Camille Fontaine Intérpretes: Audrey Tautou, Benoît Poelvoorde, Alessandro Nivola, Marie Gillain y Emmanuelle Devos Nacionalidad: Francia. 2009 Duración: 110 minutos

Entre el amor y el lujo, Coco Chanel tuvo que escoger el lujo. Impuso su ley y su gusto a la high class mundial y los vistió como ella quiso. Pero antes tuvo que morder el polvo. Se tragó el orgullo y accedió a ser una mantenida en alcoba de paso; ese pequeño gorrión que tanto gusta a los franceses y cuya fragilidad esconde oscuras melodías de sumisión y hierro. Eso es lo que en pocas palabras se muestra en este filme. En algún modo, esta Coco que aquí nos espera deviene en alegoría de esa eterna revolución burguesa que Francia sostiene contra el linaje real. Ese gusto por la transgresión desde el arte y el buen gusto. Y en este filme, dirigido por una mujer, Anne Fontaine, la figura de Coco se reviste de una aureola radical.

En su retrato, Fontaine aplica un gesto de exaltación feminista. Sus vestidos fueron un arma de liberación, se nos dice en el filme. Hay tanto fervor y admiración que se nubla la verdad. Suele pasar con los biopic . No es fácil mantenerse a distancia. No es posible pulsar la verdad. En todo caso se recrean las anécdotas, se revisan los secretos conocidos. De no ser porque su título nos lo impide, podría verse esta película como un cuento triste sobre un personaje anónimo, una fábula moral que habla del peligro del desclasamiento y del veneno y los efectos de la libertad, la ambición y el talento.

Como fábula que es, Fontaine tuvo claro que Audrey Tatou (Amèlie), era la actriz perfecta para dar la vuelta a aquel personaje barroco, excesivo y definitivamente naif con el que la actriz se dio a conocer. Aquí Audrey Tatou apenas ríe y cuando sonríe lo hace con un rictus triste, una sombra de dolor inscrita en su mismo origen. Allí donde se maceró la soledad ante la ausencia de un padre que nunca regresó. Un vacío de hombre ante el que Coco jamás se resignó. Y en cuanto que no se resignó se convirtió en leyenda. Aquí se relata, como hacía Ford, la leyenda. En este caso su comienzo. Pero se trata también de pulsar las claves de una intimidad herida jamás redimida por el éxito. Estamos ante una mezcla extraña que se sirve de la costura, el oficio con el que Coco se hizo grande, eso que se llamaba: arte y confección. Y eso es este filme, una desequilibrada fusión entre la biografía ilustrada y el ensayo introspectivo.

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