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Historias tristes

viernes, 22 de mayo de 2009 Dejar un comentario Ir a comentarios

Dirección y guión: Andrea Martínez Crowther. Intérpretes: Bárbara Mori, Fernando Luján, Carmelo Gómez, Lucía Jiménez, Paulina Gaitán, Blanca Guerra y Arturo Ríos. Nacionalidad: México y España. 2008. Duración: 98 minutos.

En una caja humilde, una adolescente airada guarda pequeños objetos. Con esas pequeñas cosas de fondo, como si estableciera un recorrido cartográfico, arranca un filme de personajes tristes zarandeados en un mar de tristes historias. Con esos objetos se engarzan los capítulos/personajes/relatos de este filme, como si con ello, Andrea Martínez nos avisase de que en esa caja descansan mil y un relatos, cuentos incontables de los que ella escoge algunos para debutar como cineasta.

La cuestión es que aquí todo se cierra sobre sí mismo en un resolver con el que Andrea Martínez acaricia el deseo de acabar bien lo que mal empieza. Son fábulas oscuras, como la desesperación de un hombre impotente acomplejado por la culpa de una infidelidad y herido por el afecto frustrado de su mujer desorientada; cuentos terribles, como el duelo de una amazona campeona de tiro con arco de lecho helado y actitud narcisista que se encuentra a sí misma cuando siente que podría perder a su hijo de cinco años. También se cuenta, también se canta, la soledad de un psicólogo viejo y sabio cuyo conocimiento no le reconcilia con su hija y la desesperada incertidumbre de una adolescente que carga con su abuela y su hermana pequeña y cuya única luz consiste en meter en una caja insignificantes cosas que encuentra tiradas en el camino de la vida. Lo que durante hora y media trata de demostrar este filme es que dichas cosas pueden carecer de valor, pero significan. A (de)mostrar qué significan y por qué, es a lo que se destina esta emotiva película de aire apesadumbrado, de mirada lacónica, de buenos sentimientos, de temblorosa escritura. Es cine del que no se lleva, cine que poco sabe del cinismo, eso que llaman cine pequeño y que resulta tan difícil de reseñar. Para evaluarlo, para sujetar su naturaleza se ha acudido, supongo que por proximidad geográfica, al deshacer del González Iñárritu de Amores perros y al recrear del Robert Altman de Historias cruzadas . Seguro que de ellos sabe Martínez, pero en su imaginario pesa más el toque positivista del Sorín de Historias mínimas y el jarabe sentimental de la Isabel Coixet de Mi vida sin mí . Lo que elabora es una mezcla que reconforta mucho a algunos; pero también empalaga a otros, por eso mismo, por tanta triste dulzura.

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