28
Feb 12

Los OSCAR del abuelo cebolleta

La resaca de los Oscar 2012 nos ha dejado varias imágenes para el recuerdo y algunas reflexiones sobre el status quo de Hollywood; o mejor dicho, de la siempre resbaladiza Academia. Entre las imágenes, una exultante Meryl Streep recogiendo su tercer Oscar por “The Iron Lady” o una emocionada Olivia Spencer que no podía creer lo que acababa de pasarle gracias a “The Help”. También los extraños momentos de Jean Dujardin con su Oscar a mejor actor “mudo” o la aparición de Angelina Jolie exhibiendo pierna porque sí. Eso sin olvidarse del que casi podría considerarse un Oscar póstumo para el octagenario Christopher Plummer. Todos ellos, por cierto, contrastes entre el viejo y el nuevo Hollywood, algo que sin duda ha marcado el paso de la ceremonia del pasado domingo.

Si viajamos un año atrás, la Academia parecía dispuesta a abrazar la juventud y la frescura de la mano de James Franco y Anne Hathaway. Aquella aventura de 2011 no funcionó, y el efecto rebote parece que ha sido impregnar esta edición de un desagradable olor a naftalina. El tufo se ha dejado notar en las películas nominadas, y sobre todo, en los grandes vencedores de la noche. “The Artist”, una película tan nostálgica como innecesaria, ha sepultado de un plumazo las esperanzas de que la Academia lograra olvidarse del pasado y conectase de una vez por todas con los más jóvenes. No es baladí que los académicos se hayan olvidado de cintas como “Drive”, “Un Dios Salvaje” o “Melancolía”; todas ellas películas que, al margen de gustos, encarnan mucho mejor el espíritu de los nuevos tiempos. Y es que todos los años se nos olvida que la media de edad de los académicos es superior a los 60 años, y siempre pensamos que “este año por fin se hará justicia”. Los resultados son, como siempre, los mismos. Oscars de dudoso mérito y premios para películas y actores menores. La historia, por suerte, se encarga de señalar cuáles fueron Oscars erráticos o fruto de un impulso momentáneo. Recordemos, por ejemplo, el Oscar como mejor actriz secundaria de Mo’Nique en 2010 por “Precious”. Hasta la fecha, la actriz afroamericana no ha vuelto a trabajar en cine.


11
Feb 12

The Artist: «No es antigua, es vintage»

La gran favorita para los Oscars 2012 sin duda atesora un buen puñado de cualidades para estar nominada, pero a riesgo de llevar la contraria, no está entre mis películas preferidas del último año. La historia de una estrella del cine mudo (Jean Dujardin) que debe enfrentarse a la llegada del sonido, cuenta con momentos visuales impecables, pero se apoya en una historia simple y de escasa profundidad.

Muchos han aplaudido la audacia de rodar una película muda en estos tiempos en los que el cine parece abrazar el artificio y el espectáculo como antídoto para mantener a los espectadores en las salas. No se le puede negar a Michael Hazanavicious su capacidad para transmitir con la exclusiva herramienta de las imágenes, pero como amante de las grandes historias, me pregunto qué sentido tiene realizar una película limitando los recursos actuales que ofrece el cine. ¿Por qué hacer un “remake” de una película muda o de un tipo de cine que ya alcanzó su máximo esplendor? ¿Qué nos aporta «The Artist» en nuestro actual contexto cultural? Si algo se puede decir de gran parte de las malas películas que se estrenan una y otra vez, es que la mayoría fallan en sus guiones. Pocos directores consagrados tropiezan en la técnica de la dirección o en su capacidad para transmitir con imágenes. Más bien, lo que sucede es que las películas se construyen sobre historias débiles o poco trabajadas. Por tanto, la lección que pretende traernos “The Artist” se me antoja poco oportuna en estos tiempos en los que la imagen está alcanzando su máximo desarrollo.

Quizá el sonido no tenga el mismo prestigio que su compañera la imagen, pero los directores saben que es el 50% de una buena película. The Artist deslumbra por sus elocuentes imágenes, de igual modo que Avatar puede hacerlo con sus planos en 3D. ¿Por qué entonces el “metacine” de The Artist es mejor que la cinta de James Cameron si ambas fallan en sus guiones? Sencillamente porque el cine mudo, como cualquier estado primigenio de una forma de arte, goza de gran prestigio.

Tras ver “The Artist” recordé una frase de “La piel que habito” que suele levantar risas en las salas: “No es antiguo, es vintage”. Se la dice una sastre a un aprendiz cuando valoran una prenda de los 70. Viene a ser algo así como una denuncia del eufemismo y lo “políticamente correcto” y me parece aplicable a los piropos que recibe “The Artist”, especialmente en los círculos más cinéfilos. Al fin y al cabo, la película de Hazanavicious no es más que algo antiguo beneficiado por una perspectiva revisada o moderna, sirviéndose también del prestigio del cine mudo. En otras palabras, lo que podría llamarse un filme vintage.

En mi opinión, lo mejor, dentro de la sencillez de “The Artist”, son los números musicales y el mensaje optimista que contagia al espectador al terminar la película. Una dosis de “buen rollo” que puede ser tremendamente terapeútica en los tiempos que corren.