Los viajes de la nave estelar, Catalunya

Una Declaración  Unilateral de Independencia  «condenaría (a Catalunya) a vagar por el espacio sin reconocimiento y a quedar excluida de la Unión Europea por los siglos de los siglos».  José Manuel García-Margallo, ministro de exteriores español

Uss-EnterpriseEl espacio: la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar «Catalunya», en una misión que durará cinco siglos, dedicada a la búsqueda de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevos estados y nuevas naciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar.

Permítanme una poco de ironía adaptando el texto con el que comenzaba la exitosa serie de ciencia ficción Star Trek de la que soy fan incondicional, pero es que ha llegado a tal punto el nivel  de saturación con las advertencias apocalípticas sobre una posible independencia catalana que ya me lo tomo así, y mucho me temo que una gran cantidad de catalanes y catalanas también.

Y es que es eso lo único que llega. Amenazas, bravuconadas, y muchos golpeos en el pecho. Demasiados. Un engorilamiento político que como reacción lógica en el otro lado tiene un efecto de aumento de ganas de callarles la boca papeleta en mano. No ha habido un debate serio sobre qué puede aportar España a Catalunya, o las consecuencias positivas y negativas de la independencia. Se aferran a la Constitución como si fuese la Biblia, aluden a vagas declaraciones internacionales, hablan con cinismo de contar votos cuando se han negado a un referéndum puro, o tiran de los grandes, y no menos ridículos mantras como el DNI o dónde jugará el Barça la liga. Por no mencionar, claro, los inaceptables y repugnantes paralelismos entre la situación actual catalana y la Alemania nazi.

Si miramos un poco hacia atrás en la historia europea veremos que a principios del siglo pasado había 24 estados en nuestro continente; actualmente hay 47 (48 con Turquía), y de ellos, 16 se han erigido en nuevos estados durante los últimos 25 años. Ninguno de ellos ha vuelto a su estatus anterior de dependencia. Cabría preguntarse el porqué.

El argumento de la expulsión de la UE es el más curioso de todos. Para rebatirlo es conveniente tirar un poco de hemeroteca y ver qué decían los líderes europeos antes de la independencia de las Repúblicas Bálticas o Eslovenia cuando sostenían que nunca las reconocerían. Eslovenia se independizó en 1991, entró en el Consejo de Europa en 1993, ingresó en Schengen en 2004, y en 2008 presidió la UE. Con Catalunya se puede dar la paradoja de que no sea un Estado de la UE nada más independizarse, pero que todos sus ciudadanos sí lo sean tal y como se enteró el propio Rajoy en una entrevista en Onda Cero con Carlos Alsina (1). Si a esto le sumamos que Catalunya aportaría dinero a la UE creo que esa anómala situación no durará mucho en una UE que ante todo es pragmática. Con respecto al resto de líderes internacionales creo que pasará parecido. Nadie quiere que haya un problema territorial más, y ahí podemos enmarcar sus declaraciones, en el conservadurismo, pero una vez que ya se haya consumado, los Estados se adaptarán a la nueva situación. No me resisto a comentar las palabras de Cameron que dice taxativamente que Catalunya tendrá que hacer cola para entrar en la UE (no que no podrá independizarse) cuando él mismo ha convocado un referéndum para salirse de la UE.

Hace unos meses escribí (2) qué es lo que pensaba que iba a ocurrir, y disculpen mi arrebato de vanidad pero no veo que haya fallado mucho. Con la confianza que me da esto, y nuevamente discúlpenme, sumado a un seguimiento muy cercano de la realidad catalana creo que lo que dije en su día está plenamente vigente hoy. Hay una masa crítica que apoya el independentismo, y éste puede vencer. Lo que ocurra a partir de entonces se dirimirá en una mesa a negociación a tres bandas (España, Catalunya, UE) en el caso de que ganen las fuerzas favorables al sí.

Quienes se aferran con desesperación a la soberanía reconocida en la propia Constitución española les diría que toda ley, y más una constitución, es fruto de un pacto político, de unas normas de convivencia que pueden cambiar con el tiempo y a los hechos me remito. Es cierto que un porcentaje muy importante de catalanes votaron en 1978 a favor de la Constitución, pero no es menos cierto que ya han pasado casi 40 años, y que sólo los mayores de 55 años pudieron votarla, y que los que lo hicieron pueden perfectamente haber cambiado de opinión. Decía Jefferson, padre fundador de EEUU, que “la tierra pertenece a los vivos, y no a los muertos, y que cada generación es una nación distinta, y que no se puede obligar a la siguiente generación a cumplir lo firmado por la anterior al ser un contrato nuevo”. Jefferson indicaba que había que hacer cambios cada 19 años ya que “a la fecha del contrato, la mayoría de esos contratantes está muerta, y su contrato con ellos”. No hay más que ver la cantidad de enmiendas que tiene la propia Constitución de EEUU como para ver que algo de caso le hicieron.

Una Constitución totalmente rígida es igualmente frágil, y lo es más cuando ves que para unas cosas se cambian, y para otras no. Como he dicho, las leyes fruto del pacto político se pueden romper si no se renuevan los compromisos por la convivencia como acertadamente decía Iñaki Gabilondo recientemente. Y en esas estamos ahora mismo. Quizás sea ya tarde para Catalunya, pero la vía Foral siempre fue la mejor opción para encajar a las diferentes naciones que poblamos el Estado español. Herrero de Miñón apostó hace poco por ella para Catalunya pero no con mucho éxito (3).

Una simple modificación constitucional en su Disposición Adicional Primera reconocería la Reintegración Foral Plena para los territorios forales actuales, sumándole Catalunya. Ésta recuperaría su estatus de 1714, con la consiguiente actualización al siglo XXI, y hubiera bastado para dar estabilidad territorial a España hace unos años. Ahora ya no lo tengo tan claro ante el más que evidente cambio de mentalidad catalán que se han cansado ya de modernizar España, para pasar a modernizar su país. No obstante ésta sí sería una oferta en firme y clara, y no ese federalismo que nadie sabe qué es, y que por supuesto nadie se cree.

Pero claro, esta oferta confederal choca frontalmente con el problema de fondo de todo el problema territorial español. Y es que jamás reconocerá bajo su propio Estado a otra nación que no sea ella misma.

José Antonio Beloqui

(1) https://www.youtube.com/watch?v=oQWRCKO_1o0

(2) http://blogs.noticiasdenavarra.com/prolibertatepatria/2014/11/10/10n-y-ahora-que/

 (3) http://www.lavanguardia.com/politica/20140409/54405633933/herrero-minon-propone-reinterpretacion-constitucional-para-el-encaje-cataluna.html

 

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