El silencio de los corderos

Es martes y…

Tinta seca, tinta huida, tinta rota, tinta herida.

El estruendo provocado por un informático italo-francés no ha resonado por igual en la plural prensa española. Resulta que, para la mayoría visible, una noticia no es noticia si, con ella, no son capaces de hacer pupa a los nuevos. Ni siquiera, conservan ya la decencia del disimulo.

Las cifras de la lista Falciani aplastan por su propia contundencia, absorben cualquier intento de asimilación y arrasan, por inundación, el pequeño huerto de la decencia. Miles de astutos pensadores han mantenido sus chequeras en el refugio más opaco posible, en un búnker que creían inexpugnable para el malvado fisco. Famosas caras de la gran pantalla mantenían su risa hueca, con el cofre escondido, «Suiza en el corazón y España en la muñeca».

Mientras tanto, muchos de sus aduladores de prensa escrita y televisión mantienen en primera plana los sucesos que el alto orden, sutilmente, aconseja. Si el delito no existe, se inventa, que algo, siempre queda.

La denuncia obligatoria la han llenado de silencio. El reproche más urgente lo recubren de tibieza. Cada titular es un precinto con su precio. Mientras, espero un alud que dé una luz de certeza.

Historias para no morir

Es martes y…

«Y es que me gusta la vida que tienen los libros prestados, esos que se dejan querer, que pasan de mano en mano. Así amontono los infiernos que para mí son el cielo, y colecciono amarguras, a veces con forma de beso».

Me gusta descubrir una historia en cada línea, hacerla mía, a mi manera, con la sencilla desnudez de la fantasía. Me gusta el color de su fondo, la viveza de ojos cerrados, el revuelo de cada momento que paso lejos de su lado. Me gusta el paladeo inquieto de la siguiente página, su pestañeo sinuoso, su demencial cordura.

Reside, dentro de cada uno, la capacidad intacta de crear un infinito de cada escritor, de cada libro, en cada letra. Es un monstruo que devora e improvisa, para dibujarnos, al final del juego, una sonrisa.

Ayer me acosté entre un manto de estrellas en Tindouf. Hoy he amanecido libre en Mayo del 68. Recorrí las calles con un hippie en Kathmandu, y de vuelta, con Geppetto, descubrí a Pinocho. He sido testigo de cada revolución. Me fugué, a escondidas, con el Che, a Bolivia. Me he fumado el verso de la sinrazón, preso, el corazón, que resucita en cada línea.

Leo porque lo presiento en cada despertar, porque confirma mi perpetua e intermitente libertad.

La reconquista

Es martes y…

Fueron ellos, desde el ágora ateniense, los que nos ofrecieron las primeras lecciones de convivencia y ciudadanía que rompían con las antiguas formas de organizar una sociedad. Y es ahora, precisamente desde Grecia, desde donde nos llega la última bofetada democrática a los oscuros poderes europeos. Dicen, los que saben, que, el que tuvo, retuvo.

La contundente victoria de Syriza está tan rebosante de contenido que deslumbra a primera vista. El pueblo griego vuelve a reencontrarse, tras un agónico paréntesis, con su vieja aspiración de hacer del mundo un lugar mejor. Han prendido en la hoguera de la dignidad las banderas del miedo que asomaban desde la Europa acartonada, y han colocado en su cumbre la mayor de las sonrisas. Cuando nada queda por perder, queda todo por ganar.

Es el fin de la locura gobernada con monedas. Es el fin de los que parten y reparten el pastel. Es el fin de sus pisadas ciegas por nuestras veredas. El fin de la mano invisible que ha rasgado nuestra piel.

Es el inicio de un sueño que se agolpa en las pestañas. El nacimiento de una nueva corriente contagiosa. Es el aire fresco que ha limpiado las legañas, que afeaban la mirada de una deuda maliciosa.

Cuando las barbas de Samarás veas cortar, ya sabes, Mariano, lo que te va a tocar.

Trance definitorio

Es martes y…

A alguien se le ocurrió decir, una vez, que era preferible la peor de las democracias a la mejor de las dictaduras. Como principio inspirador de un planeta feliz, lo compro. Ahora, tan solo falta definir definiciones, aclarar aclaraciones y llenar de sentido cada palabra.

Puestos a completar la frase, también prefiero un lugar donde se garantice el derecho a una vivienda, aunque el viento asome por sus paredes, a otro en el que lo garantizado sea el privilegio de deshaucio. Prefiero una educación universal y gratuita hasta el final, a una que apeste a negocio de unos pocos y prebenda de los de siempre. Prefiero diez manos compartiendo una barra de pan que una mendigando entre la usura.

Me gusta más el son en una plaza que el llanto más afinado, mucho más el hermano que abraza que el que mira hacia otro lado. Compro una mirada huérfana de sesgo que camine en colectividad, que huya de cualquier prima de riesgo, en busca de la amiga libertad.

Sigo sin encontrar acomodo a este, asentado, que otros pregonan, estado de tolerancia, sin barnizar y con carcoma.

Cosas de este mundo

Es martes y…

Deleznable, repulsivo, ruin, mezquino y cientos de sinónimos más que alargarían la lista innecesariamente. Con adjetivos como éstos se podría calificar el ataque sufrido por el semanario satírico «Charlie Hebdo». Absolutamente nada puede justificar el asesinato de una persona, no existe retorno capaz de compensar una insensatez cometida a punta de pistola. Partiendo de esta base, el resto está por escribir.

El teatro representado, por decenas de gerifaltes mundiales, en las calles de París, ha arrollado los escasos gramos de decencia que ululaban por sus cerebros. Pasear careto por la cabecera de la manifestación implica asumir que existen personas que son más personas que otras, implica hacer piña en torno a una frontera occidental donde, fuera de ella, todo vale.

¿Acaso vale más la vida de un francés que la de un libio? ¿Acaso pesa menos el desconsuelo en Oriente? ¿Acaso saltan las alarmas por un niño sirio? ¿Acaso no ha mirado hacia otro lado, presidente? Dicen hablar en nombre de lo bondadoso, en pos del pluralismo más auténtico. Luchan contra el integrismo religioso, con las armas del fanatismo económico.

Cada imagen alimenta, de dolor, una xenofobia enmascarada. Lo valioso no es la raza ni el color, sino el brillo que atraviesa una mirada.

Propósitos de año nuevo

Es martes y…

Como cada año, estos primeros días se ven repletos de objetivos a conquistar, de metas a atravesar y de deseos cargados de utopía. Somos animales de costumbres, insistentes en la misma piedra. Somos creadores de una cumbre, que en su propio retortero medra.

Hagamos deporte una vez al día, reforcemos los lazos de humanidad. Que se evaporen las falsas melodías y los malos humos de la vanidad. Pongamos a dieta a la sed de venganza, evitemos la sal que escuece en la herida. Llenemos nuestra hucha de esperanza, e invirtamos en la esencia de la vida.

Aprendamos el idioma universal, el idioma con el que los dioses cantan. Musicalicemos la espina dorsal, que se esconde al filo de nuestra garganta. Regalemos emoción a flor de piel, lo que se intuye con los ojos cerrados. Escribamos los recuerdos en papel para que nunca huyan de nuestro lado.

Que no pase inadvertida la sonrisa, que no pase de moda la libertad. Que en este mundo que gira tan deprisa, haya tiempo para un poso de amistad.

Cerrado por derribo

Es martes y…

Se nos escapa, entre los dedos, la arena de tu tiempo, el brillo que no tuviste y el fuego que se apagó.

2014, hecho trizas en tu despedida y, sin embargo, eterno en tu recuerdo. Un goteo de infinitas viñetas se acumula en tu retina, alternando la rabia y la ilusión, la lágrima y la sonrisa, el desdén y la pasión, como si quisieras huir pero no avanzaras en cada paso. Tan profundo que haces imposible tu definición, tan trivial que abandonas esclavo de tu maldición.

Año herido y sin doctor, año de mareas blancas. Año de vuelo sin motor, de ilusión en zona franca. Año de color morado, de adiós Borbón, hola Borbón. Año, dicen, renovado, menuda revolución. Año de verjas y bandidos, de duques y duquesas. Año apaleado y malherido, año de presos y sorpresas.

Desespera tu agonía, reverdece tu lamento. Bendita la nueva estrella nacida en el firmamento. Año que se va sin ti, año que empezó contigo. Año en que nadie llenó lo que quedó vacío.

Todavía tienes pendiente una alegría, un ERE definitivo a este gobierno. Mientras, ansiosa, la botella se enfría, la esperanza espera al final del invierno. Año para el recuerdo, año para el olvido. Según el tema tratado, según el daño sufrido.

Carta a los Reyes Magos

Es martes y…

Queridos Magos de Oriente, este año he sido un buen chico, aunque no sé si lo suficiente como para que cumpláis todos los deseos que os voy a pedir. No obstante, y como supongo que estaréis muy atareados, por mi parte, podéis ahorraos la visita a El Corte Inglés.

En primer lugar quiero que nos brindéis un nuevo año de esperanza, alejado de la barbarie que nos lleva golpeando durante muchos años. Estoy seguro de que no os será difícil mejorar lo presente, remendar la tela que abriga nuestra sonrisa y alumbrar la senda comunitaria. Corre el rumor de que la venda ciudadana está a punto de caer al suelo, pero una pequeña ayuda nunca viene mal.

También me gustaría ver el cielo sin aviones que disparan, la luz en el rostro de sus niños, las sirenas silenciadas en Ramalah, una bala desnutrida y bajo mínimos. Me pido una de infantas al banquillo, una de vientres en libertad, una de reyes destituidos, una de ruido en fraternidad.

Por el presidente no se preocupen, que nosotros nos ocupamos de él. Será un placer cumplir con sus pretensiones, y tal como nos ha solicitado, en nombre del progreso y la democracia, lo vamos a botar.

Nada más que desearles un feliz camino de regreso, y como agradecimiento, a modo de souvenir, llévense cualquier corona que divisen por Madrid.

En busca de la felicidad

Es martes y…

«Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla».

Nos lo están poniendo difícil, muy difícil, extremadamente complicado. Nos llenan los desayunos de desastres de avaricia, de hogueras de vanidad. Nos arrastran al abismo invisible de la indiferencia y al calamitoso frente de la insensibilidad. Menguan nuestras reservas de humanidad minuto a minuto, tonelada a tonelada. Apenas queda oxígeno en la falda de este volcán y, tras cada tempestad, amenaza un huracán.

Sin embargo, existe algo dentro de nosotros que amedrenta a los demonios de la inquina hasta hacerlos desfallecer. Traemos, de serie, el perenne bastión de la esperanza, el poderoso distintivo de la ilusión. Con cada pequeña decisión abrimos el paso a nuestros sueños, desechando guaridas transitorias, peleando con la maleza y en busca del hogar definitivo.

No somos ruta quebrada, ni espejismo de diseño. No somos lucha agotada, ni regalo navideño. No somos oro difuso, ni obscena materialidad. Somos el verso inconcluso en busca de la felicidad.

Caza de brujas

Es martes y…

«La caza de brujas ha comenzado, bailemos todos la danza de los condenados».

Desde tiempos inmemoriales, la persecución al diferente, ha marcado la ajetreada agenda del poder. La perturbadora búsqueda de conexión con la naturaleza saturó el caldero de brujas y hechiceras, tan apegadas a lo terrenal que provocaron el enojo de lo divino.

Con menos crueldad y en manada cobarde, los nuevos inquisidores convocan tribunal para el ajusticiamiento del intruso. Quebrantar lo establecido y tambalear la alternancia acomodada ha provocado que hayan tenido que recuperar la fusta del olvido. Jamás imaginaron tener que volver a remangarse en la trinchera después de dejar todo atado y bien atado. Algún cabo quedó suelto.

Las hienas buscaban carnaza y se encontraron con veneno. Los que aplauden la ley mordaza, recuperan lo más obsceno. Desde el micrófono público, desde el altavoz de todos, rememoran el bucólico pluralismo del viejo NO-DO.