Sueños amanecidos

Es martes y…

Muchas mañanas al despertar, amanezco soñando.

Soñando con alas de libertad engalanando mi costado y volar surcando un cielo millonario de deseos. Sueño con burlar sin cortesía su muro desvergonzado y arruinar su burda apuesta de un mundo de fariseos.

Soñando con un lienzo desbordante abarrotado de colores y cubrir el gris de los espasmos que nublan nuestro camino. Sueño con no ver empoderado al trío de las Azores ni el reflejo de sus fauces de ladrones de destinos.

Soñando con otra primavera con los ojos de brillante, llorar solo por la alergia y la alegría de estar vivo. Sueño con rozar el alma de un alma libre de colorantes y con el abrazo hermano de un latido en positivo.

Soñando con la magia de estas notas que me envuelven los sentidos, con la sutileza del acorde que se escapa del silencio. Sueño con los laberintos que maldice el fugitivo, con el ‘Ay Rocío’ de Sabina, con el ‘Ojalá’ de Silvio.

Soñando con huir de paraísos a medida del cliente, con fiscalizar el ánima de corbatas desgastadas. Sueño con pausar por un momento nuestro presente urgente y recolocar las piezas que han quedado arrinconadas.

Con la premura de un ‘sherpa’ alcanzando la cima, con la mirada sinuosa del ‘tuareg’ en el desierto. Así resiste la utopía en su soledad más íntima, porque «la esperanza es el sueño del hombre despierto».

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