Los Picapiedra

Es martes y…

«Yabba Dabba Doo!»

Cuentan que desde niños lo compartían todo, que en sus orígenes pensaban, prácticamente, de la misma forma. Sin embargo, el tiempo les distanció mirándose, al pasar, casi como extraños.

Por azares de la vida volvieron a encontrarse en un camino lleno de atajos y zancadillas. Pedro y Pablo parecían condenados a entenderse para hacer más llevadero el viaje hasta el umbral donde el pueblo respira, cuando la tormenta se desató. Tenebrosos monstruos comenzaron su cacería ante tal intento de entendimiento. Toda la maquinaria cavernaria estaba en marcha y a pleno rendimiento.

El dinosaurio Mariano se sentía triste y preocupado por el cariz que el asunto presentaba y no dudó en echar mano de sus pupilos. El señor Rajuela Ibex 35 acudió, raudo y veloz, a la llamada de su amigo, y juntos diseñarían la estrategia para derribar el pacto perturbador. No podían permitir que también ‘okuparan’ La Moncloa. A saber que plantarían en sus jardines y que extraños títeres vagarían libres de barrotes.

A pesar de que la política hace extraños compañeros de cama, siempre es Vilma Rivera la que acaba rondando la cabeza de Pedro. El amor, es lo que tiene.