Sonrían, por favor

Es martes y…

«Mi dulce memoria, quizá te despierte esta triste elegía. Que traigan tus besos ese otro mundo posible que tiembla en tu boca, que anuncia este día».

Seguramente, muchos esperaban más, algo más, no ganar, pero sí algo más. Sin embargo, derribar el muro de un sistema, ya de por sí, injusto, y abrillantar las pupilas de miles de almas despiertas es un hito histórico, un sueño que comienza a escribir su guión.

Lo que, hasta ahora, servía, ya no vale. Los que vagaban sin preocupaciones por el cómodo tablero de la pasividad y la nula implicación social se han llevado un pequeño susto. Mucho más pequeño de lo que merecían pero más gigantesco de lo que esperaban por creer tenerlo todo atado y bien atado. El valor del miedo cotiza cada día más bajo y el de la sonrisa se multiplica exponencialmente.

Partiendo de la base de un país anestesiado y olvidadizo, tenemos razones para sonreír. Partiendo de la base del voto por decreto que obnubila cerebros por estrenar, tenemos razones para sonreír. Partiendo de la base de una conciencia de clase escurridiza, tenemos razones para sonreír. Partiendo de la base de unos medios arma de manipular, tenemos razones para sonreír.

No olviden el pasado, ni los sueños, ni la vida. No olviden los desahucios, ni las lágrimas, ni el dolor. No olviden la pizarra, ni la bata, ni la mina. No olviden no, no lo olviden y sonrían, por favor.

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