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Hasta siempre, Carlos

miércoles, 2 de abril de 2008 Dejar un comentario Ir a comentarios

Ayer estuve en el funeral de Carlos Chivite. Fui nada más salir de trabajar, y no pude entrar en la capilla ardiente, porque ya solamente dejaban pasar a altas autoridades. He de confesar de todas formas que no hubiera podido evitar emocionarme viendo el cuerpo de Carlos ya inerte.

A Carlos debí de conocerlo allá por los años 91-94 más o menos; no sabría precisar exactamente cuándo, aunque ya antes sabía de él a través de mi padre, que fue concejal de Cascante en la legislatura 1987-1991, y que por tanto coincidió con Carlos siendo éste alcalde de Cintruénigo y presidente de la Mancomunidad de Aguas de Cascante, Cintruénigo y Fitero. Ya entonces despuntaba su carisma, quizá no el de un líder de masas, sino el de un humanismo desbordante, una persona buena y honrada.

Cuando lo conocí, yo debía de estar haciendo mis primeros «pinitos» en el partido, a donde llegué a través de las Juventudes Socialistas.

Recuerdo perfectamente la buena noticia de su designación por Otano como candidato a diputado en 1996, que muchos recibimos como un impulso de renovación frente a la época pasada del urralburismo, pero sobre todo recuerdo los intensos momentos que pasé con él durante la lucha por la democracia interna del PSN, en la etapa de la Comisión Gestora surgida tras la dimisión de Javier Otano.

Siempre lo recordaré con su gran cartera llena de cuadernos y documentos, que llevaba de un lado para otro, llena de ideas de futuro. Incansable, siempre incansable, poniendo en la defensa de sus ideas más de lo que se puede llegar a poner, pero siempre con una actitud tolerante que muchos ya quisiéramos tener.

Recuerdo especialmente cuando estuvimos preparando el VI Congreso Regional, aquél que llevó a Lizarbe a la secretaría general. Recuerdo interminables sesiones en casa de Carlos redactando enmiendas para dar la vuelta a la Ponencia Marco como a un calcetín, cosa que efectivamente hicimos, repartiéndonos la tarea de defender los diferentes bloques.

Uno no se acuerda de los momentos malos cuando una persona querida se va, y sobre todo cuando se va de la manera que se ha ido, tan pronto, y después de una etapa política en la cual le ha tocado lidiar con problemas difíciles. Quizás al final Carlos se ha ido porque ponía demasiado de sí mismo al servicio del proyecto en el que creía, quién sabe.

Ayer lo despedimos una enorme cantidad de personas, todas con el gesto compungido, entristecidos por la desgracia de que una buena persona deje su existencia tan pronto. Por encima de todo está la persona, y la persona de Carlos Chivite es de las que deja un recuerdo imborrable.

Hasta siempre, Carlos.

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