05
Jun 18

Paraiso en la tierra

Gracias a San Fermín, hoy es 6 del 6 y el penúltimo día de la Escalera. En un mes, cuando los relojes lleguen al mediodía, el planeta se deslizará oficialmente fuera de su eje y girará gloriosamente, maravillosamente y caóticamente, fuera de control. Pero el resto del mundo no notará nada. Sólo las personas que viven en un pueblo llamado Pamplona y los residentes de su galaxia circundante, Navarra, lo notarán. San Fermín se llama Fiesta Sin Igual y con frecuencia también he descrito la ciudad como tal. También he dicho a menudo que Fiesta es como estar en un planeta o universo paralelo. A mediodía, el 6 de julio, mientras las campanas de la iglesia cantan por toda la ciudad y los cohetes explotan y suenan las campanas en la Plaza Consistorial, sentiré físicamente ese alegre salto de corazón mientras la Tierra se desplaza dentro de los cielos celestiales.

O, como describió Peter Milligan en su hermoso libro sobre todo lo relacionado con Pamplona, ​​Fiesta y Navarra, Toros antes del desayuno (y voy a poner dos citas juntas aquí, a pesar de que están completamente separadas en el libro: “Cada mes de julio, me encanta estar de pie en las calles empedradas de Pamplona con los brazos en jarras, y con mi hermano adoptivo Ari. Tarda solo un minuto, y la fiesta nos encuentra. Lo ensillamos, ajustamos los estribos, trabajamos sobre la brida, y cabalga sin parar hasta que salga el sol el día quince”.

Vaqueros interplanetarios, créanme, porque aquí está la prueba que escribe más adelante: “En Pamplona ​​incluso podemos reconocer que la galaxia en su conjunto se mueve a una velocidad de 391 millas por segundo. Escuchamos el zumbido. Nos canta”. No lo escribe solo un vaquero interplanetario, sino también poético.
Hay momentos en la Fiesta cuando pienso, por primera vez en la historia, que los pequeños hombres verdes han aterrizado. Extraterrestres de otro mundo se están moviendo entre nosotros, algunos en forma humana, otros casi. Tal vez se disfrazan como Gigantes o Cabezas Grandes, Santos o tal vez incluso franceses, pero están allí. Porque su nave espacial está incluso en la Plaza del Castillo: ¿qué es el Kiosko, después de todo? Cuando lo ves durante el día es solo un atril… Pero por la noche, las luces brillan como estrellas durante la fiesta o como en Navidad. Obviamente es un platillo volador. Un OVNI, la Nave Madre, con la que yo, mis amigos y muchos otros hemos bailado a lo largo de los años.

Una de las razones por las que amo y me encanta el cartel de fiesta de este año, ‘Pamplona, ​​ciudad de luces’, de Adriana Eransus Azpilicueta, es porque por primera vez en años trae humor, romance, amor y alegría al cartel oficial de Fiesta. Y trae un poco de fantasía, algo de magia pura con él, también. El año pasado escribí un pequeño cuento que incluía a los Gigantes en forma humana, bailando por la noche, además de lo que alguna vez se llamaba El Palacio de los Reyes de Navarra (ahora el Archivo Real y General de Navarra) con el resto de la pandilla, la Comparsa. De hecho, destaqué a dos de ellos: “Pude ver al rey y a la reina africanos bailando juntos”. Y ahora hay un cartel con solo ellos dos, bailando alegremente juntos. Es hermoso y perfecto.
No son extraterrestres, por supuesto, sino verdaderos seres sensibles, si cierras los ojos e imaginas un poco. En realidad, ni siquiera tienes que cerrar los ojos, por supuesto: solo verlos bailar. Ellos cobran vida. ¿Y qué hay de los ovnis y ET? Bueno, he cubierto la parte del manual espacial, así que tal vez ET también sea real. Después de todo, cuando aterricé por primera vez en Pamplona, en Fiesta, en esa hermosa plaza antigua y sin saber prácticamente nada, no me sentí como un pez fuera del agua sino como un extraterrestre de otro planeta que se preguntaba en qué planeta había aterrizado. Como ET. El inglés Tim, tal vez.

Ya no falta casi nada, Sanfermineros del Mundo, para que sintamos y vibremos con ese zumbido. Qué bien. ¡Gora San Fermin! ¡Viva!


02
Feb 18

Pamplona, una ‘Feli-City’

Personas bailando al son de La Pamplonesa durante las dianas del día 7. JAVIER BERGASA

Nunca he conocido ningún lugar o evento en el que las carcajadas suenen tan fuerte, las sonrisas sean tan anchas, la vida sea tan agradable y el amor tan intenso como en Pamplona en julio. El autor americano James Michener, en su libro de ficción The Drifters, (Hijos de Torremolinos, aunque se trata de una mala traducción), escribió sobre Pamplona: “Ser joven, estar enamorado y en Pamplona en julio es el propio paraíso”. Pues, déjenme que les diga… Ser de mediana edad, y soltero, pero estar en Pamplona en julio, también lo es. Cualesquiera que sean tus circunstancias, sólo estar en Pamplona.

Lo sé. Es una ciudad del Planeta Tierra y las cosas malas pueden pasar, incluso durante la fiesta, pero puedo prometer que después de 34 fiestas sin igual e incontables visitas a esta ciudad del más allá, hay algo remarcablemente especial no sólo en Pamplona, sino también en Navarra. Como un aura que la rodea. Y durante la fiesta juraría que este aura se convierte en un capote gigante pero invisible, de oro y rojo – sí, exactamente como el que lleva San Fermin-, que cubre la ciudad en un capullo, como si intentara protegerla, y a todos, del daño. Y debajo de esa capa protectora, como he escrito más arriba, las cosas son más divertidas, más emocionales, más… Sólo más.

Y hoy es 2 de febrero y otra fecha especial para la ciudad, una escalera más en la cuenta regresiva. Recuerdo una vez, en el 89, frente al Bar Txoko, estaba con mis amigos tomando el desayuno tradicional post encierro -vanilla legumba- viendo una performance de Superman. No era el verdadero Superman de Pamplona, Fernando Lizaur Gómez -quien en el 79 adornó el escenario de San Fermín en la plaza de toros y las calles de Pamplona con su extraordinaria versión fiestera de un ‘espontáneo’ en la corrida-, y quizás menos talentoso, pero vestía el traje del famoso súper héroe. A media función, el actor de la calle paró a descansar y se encendió un cigarrillo. Yo estuve de pie al lado del corredor americano Joe Distler, que entonces no conocía. “Mira -le dije-. ¿Puedes creerlo? Superman fuma”. Él me miró y sonrió. Asintió y se fue despacio, riéndose, diciendo “joder, ¡Superman fuma!”. Sólo pasa eso en Pamplona.

Una vez me robaron el coche, con matrícula inglesa y el volante a la derecha, al principio de la fiesta, en la época en la que estaba permitido no sólo aparcar frente a la plaza de toros, también aparcar gratis. Bajo los arboles, en la sombra… Era un sitio bonito y extremadamente fácil para que me lo robaran.

El día 14, mientras paseaba por la ciudad, mi hermano Mike lo encontró aparcado (y bien aparcado) en Yanguas y Miranda. Los ladrones hicieron 30 kilómetros y cambiaron el reloj de la hora británica por la hora local. Eso sí: me dejaron media botella de vino. ¡Oh, mi querida fiesta, gracias, chicos!

En mi primer año aquí, en el 84, mis amigos nuevos y yo nos sentábamos en la hierba en la plaza de Castillo, que se convirtió en nuestra pensión, salón de estar, jardín y cocina.

Leyendo uno de los libros del gran pamplonés, medico, escritor e historiador Jose Joaquín Arazuri, aprendí una palabra que al parecer es típica de Navarra: ciriquear. Hacer travesuras. Pues Pamplona está llena de ciriqueadores, bromistas y humoristas.

Algunas veces no eres capaz de soñar, pero otras veces puedes vivir tus sueños. Y esto pasa cuando las fechas caen entre el 6 y el 14 de julio, y el milagro se llama las Fiestas de San Fermín.

Hoy es dos de febrero, otra fecha especial para la ciudad y para nosotros, los guiris del todo el mundo, quienes estamos esperando que llegue julio para que los sueños puedan, por fin, hacerse realidad en esta mítica ciudad. Pamplona es una ciudad fantástica. Una ciudad feliz. A Happy City. Así que podemos llamarla Feli-City. O quizás, en castellano, una Feliciudad… Ya falta mucho pero ya falta menos para que la magia vuelva, pamploneses. ¡Viva San Fermin! Gora!


02
Feb 18

Happy New Year, Urte Berri On eta Feliz Año Nuevo

Jóvenes disfrazados durante la celebración de la Nochevieja. IÑAKI PORTO

Ha pasado una semana desde el 1 de enero y solo en Pamplona puedes combinar la juerga más grande de Navidades -Nochevieja- con la primera fiesta del año: la escalera inicial del día 1 de Año Nuevo.

Justo cuando nosotros los guiris -por supuesto hubo algún extranjero sanferminero en Iruña por Nochevieja- deseamos un poquito de buen descanso después de la Nochevieja pamplonesa, esta ciudad sin igual arroja el guante otra vez y nos reta a marcar el 1 de enero y el primer Día de la Escalera. Guante recogido felizmente y reto aceptado con entusiasmo. Como invitados en vuestro maravilloso, mágico y mítico pueblo, sería grosero no hacerlo…

Como guiri con 34 años consecutivos viniendo a Sanfermines -y muchos otros viajes por razones como bodas, cumpleaños, juergas y demás- créeme cuando te digo que yo amo, amo, AMO todo sobre Pamplona y Navarra;su gente, la música, la comida, las bebidas y obviamente las fiestas. Especialmente La Fiesta. San Fermín. Y no soy el único, por supuesto.

Debe de haber algo en el agua que hace de esta ciudad algo tan especial para muchos de nosotros. Quizás… o probablemente sea cosa exclusiva del patxaran. Pero de todos los lugares en los que he estado alrededor del globo no hay nada, nada, NADA como San Fermín. Es como si durante nueve días el planeta se desencajara de su eje y Pamplona misma se convirtiera en otro mundo donde cosas extrañas y maravillosas ocurren.

Yo juro que durante San Fermín los fantasmas de fiestas pasadas salen a jugar, que los corredores de antaño vuelven a correr sus encierros espirituales, y que San Fermín regresa a las calles para jugar, bailar y cantar una vez más en su pueblo natal. ¿No me crees? Pues confía en mí, porque un año, pasada la medianoche y en mitad de la fiesta, yo mismo vi al santo, con sus amigos los gigantes y el resto de la comparsa, bailando en la vieja Pamplona, en una colina cercana al lugar donde él nació, junto a la iglesia de San Fermín de Aldapa.

Esta es una historia para otro día pero, ay si los muros pudieran hablar… Ellos no pueden pero yo sí puedo escribirlo, y algún día la historia será contada.

Así que, con el Año Nuevo en marcha y la primera escalera completada y sobrevivida, mucha gente, no solamente nosotros los guiris, estaremos recuperándonos de la fiesta. Y hablo como un hombre que no solamente ama la fiesta, sino la historia del lugar. Camino a menudo por las calles, miro a los edificios e imagino lo que habrán visto y oído a través de los siglos y poco a poco, a lo largo de las décadas, he aprendido mucho. Actualmente tengo una palabra especial, inspirada por San Fermín y por Pamplona en fiestas, que alienta las resacas: Iruñasaca. Y esas son las mejores resacas. Impecables iruñasacas Así que todo lo que podemos hacer es esperar a que venga el segundo peldaño de la escalera. La cuenta atrás ha empezado oficialmente y todo lo que puedo decir a todo el mundo es: Urte berri on, Feliz Año Nuevo eta Happy New Year. ¡Ya falta menos! Gora San Fermín! ¡Viva!