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May 18

Museo de las Sanfermemorias

Muchas personas y la gente de la Fiesta que ha leído estos artículos o algo más que haya escrito, o quienes simplemente me conocen, saben que soy –generalmente–, un optimista. Que mi vaso a menudo está medio lleno, no medio vacío. Saben que soy un viejo sentimental en lo que atañe al pasado y a aquellos que lo habitaron, y saben que aunque no sea demasiado religioso, soy completamente espiritual. Yque si crees en algo, bien tal vez, sólo tal vez, podría ser verdad. Y hasta se convirtiese en realidad…
Como la Fiesta. Hoy es 5 de mayo y mi piel se estremece porque San Fermin se acerca rápidamente (tan rápido que el presente va cayendo para coger al futuro), tanto que creo que podría viajar al pasado de Pamplona y ver lo que podría encontrar, y a quién. Hay historias tristes y memorias mágicas implicadas, por supuesto, pero también pequeños tesoros desconocidos para unos pero no olvidados por otros. ¡Hubo tantos cuentos extraordinarios que la gran mayoría de nosotros, los guiris, no conocemos y creo que deberían ser contados!
La Federación del Peñas descubrió una placa en una parte del vallado que conforma la carrera de los toros, justo antes de San Fermin 2013, y ello me hizo pensar sobre a quién (y qué) más podría ser recordado y conmemorado, en esas fiestas del pasado cercano –todavía claramente en nuestras mentes– hasta las del del pasado más lejano, ahora casi nebulosamente olvidado.
Naturalmente algunos sitios y algunas personas nunca se olvidan por parte de aquellos que los conocieron, y algunos aparecen en museos locales y publicaciones, por supuesto. Pero si alguna vez ganara la lotería, construiría un Museo de Sanfermemories, en el que habría bastante gente y muchas ubicaciones importantes que sé que una vez fueron y que reaparecerían una vez más, juntos otra vez en su tiempo.
El maestro Manuel Turrillas aparecería como por arte de magia, clarinete en mano, tocando con La Pamplonesa del pasado, después de su ruta antes de la hora de Dianas. Javier Enériz, El Chunchunero, que se vería jugando y bailando con sus amigos los gigantes; el pastor Germiniano Moncayola estaría allí, con su chaleco puesto, salvando la vida de algún corredor… Sería un tributo fino a cada pastor que alguna vez dirigió el encierro, cuidó de los toros, (y de nosotros). Y qué decir sobre Pedro Martin Balda, no sólo un artista sino también un maravilloso creador de alguno de los mejores carteles de la fiesta de mediados del siglo pasado: la persona perfecta para representar la paleta de colores de la gente del Cartel de la Fiesta del pasado.
O Jose Joaquin Arazuri, el historiador de Pamplona, de quien he aprendido tanto sobre la ciudad, la fiesta y mucho más. Y más recientemente, uno de mis favoritos: El Guti, fabuloso Javier Gutiérrez García, cuyo nombre propio aprendí ya tras su muerte, demasiado prematura, en mayo de 2016. Sus ‘Pobre de mi’ inimitables eran una alegría. Julen Madina, Las Pocholas, Matt Carney, El Bomber, Noel Chandler… Hay más, por supuesto, muchos más, que brillan como estrellas en una ciudad galáctica.
Justo como algunas de aquellas estrellas que cantan The Kinks en su canción Los héreoes del celuloide, parece que algunas estrellas de Pamplona se decoloran para olvidarse. Quizás un día, si alguna vez construyen ese museo dedicado a la Fiesta de San Fermin, todos y cada uno de ellos vuelvan a brillar de nuevo. Porque en Pamplona, en la Fiesta, no importa lo cansado que estés, lo borroso y descolorido, debido a lo que algunos de nosotros llamamos la fiebre de la fiesta. Tal vez, como aquellas viejas fotos y películas que han pasado mágicamente del negro y blanco o el sepia manchado al color de la gloria, podemos honrar a aquellos sanfermineros. En su propia parte especial del museo, dedicado a las sanfermemorias de los sanfermineros. Es sólo un sueño, quizás. Tal vez… Pero como la Fiesta, los sueños se pueden hacer realidad. ¡Ya falta menos! Y yo no puedo esperar. ¡Gora San Fermin!