CARAMELOS SOLIDARIOS
La ONG Caramelos Solidarios reparte dulces por todo el mundo a los niños en situación de pobreza, de catástrofe o conflictos bélicos. Pocas cosas hacen más feliz a un niño que recibir un caramelo. Los dulces son capaces de arrancar sonrisas y hacer olvidar esos momentos tristes de su infancia. La presidenta de la ONG se llama Sara Lázaro, pero le llaman Sara Caramelo. Es fácil adivinar por qué. Ella confía en recoger toda la ayuda necesaria para llevar a cabo los proyectos de esta ONG que dirige.
En los países desarrollados somos incapaces de imaginarnos una infancia sin caramelos o una infancia sin comida. Pero desgraciadamente en el mundo son millones los niños que además de pasar hambre no han probado jamás los caramelos, y a veces los tenemos en nuestras propias ciudades. Por ejemplo, los niños que viven en las calles o familias en extrema dificultad económica, no hace falta irse muy lejos para comprobar la pobreza que existe a nuestro alrededor.
En Caramelos Solidarios, Sara no está sola en este empeño, hay muchos voluntarios. Le acompañan Teresa, Majo, María José, Marcelo, Gustavo, Cristina, Asensi, Joseph, David y muchos más. Todos ellos son creadores de una idea muy dulce, que les proporciona el regalo más valioso, y a la vez más económico, que se puede conseguir: la sonrisa de un niño. Son 300.500 los caramelos sonrisas que han repartido en lugares del mundo como Argelia, Sáhara, Perú, República Dominicana, Bolivia, Chile, Argentina, Pakistán, Brasil, Mauritania, Angola, Afganistán, India, Tailandia, Haití, etcétera. Además de llevar dulces a los niños, les entregan también comida, globos, alegría, ilusión y mucho cariño. No nos hemos parado a pensar el significado real que tiene esto. En muchos lugares del mundo hay niños que no tienen infancia, no pueden soñar como el resto de los niños con Mickey Mouse o Peter Pan, o tampoco abrazar a su oso de peluche o a su muñeca preferida porque viven en la extrema pobreza. Otros no pueden jugar porque viven en sitios de conflictos bélicos, donde sólo se oyen el ruido de las bombas y de las armas y están con traumas psicológicos o con heridas físicas. Viven en sus casas medio destruidas y corren asustados a los sótanos cuando suenan las alarmas. Todos estos niños han perdido la etapa de su vida más inocente, han perdido las ganas de sonreír. Esta ONG lo que intenta es devolverles un poco esa infancia perdida, a través de los caramelos.
Un dulce es una sonrisa para un niño. Si se consigue hacer sonreír a la población infantil de estos lugares se logra devolver la inocencia perdida, parte de su infancia, es algo muy importante. Merece la pena ver reír a un niño, aunque sería mejor no hacer llorar a ningún niño, sin guerras, sin hambre, sin violencia de ningún tipo, intentando conseguir un mundo mejor para todos. Gracias, Caramelos Solidarios, por vuestra labor humanitaria.
PD.Mi más sincero agradecimiento a Diario de Noticias Navarra, por la publicación de este escrito en papel impreso , en la sección de Cartas al Director el 25 Agosto 2009.
Maika Etxarri