» EDUCAR PARA LA SOLIDARIDAD» Maika
Se dice que la verdadera solidaridad no espera nada a cambio. Pero el auténtico beneficio para quien la ofrece, no es una ganancia material, sino un bien para su yo interior, al recibir una paz y felicidad personal increíble.
Para mi no es dar aquello que nos sobra, sino aquello que tenemos, es sumar manos para que el esfuerzo sea compartido y la alegría del dar sin esperar nada a cambio.
La solidaridad es la virtud, que nos ayuda a ir más allá de nuestros límites personales, y es ahí donde reside la satisfacción que raramente encontraríamos en nuestro pequeño territorio individual. Sin generosidad no hay vida, por eso cultivar esa actitud es una de las formas más efectivas de mejorar el entorno.
Las sociedades nómadas, poseen mucho menos, apenas lo indispensable, pero comparten mucho más. Resulta contradictorio pero en la sociedad consumista en la que vivimos cuantos más bienes tenemos, más miedo nos da perderlos.El sentido de propiedad nos vuelve materialistas y egoístas. Nos aferramos a lo que tenemos y como los niños que aprenden la palabra mío, ponemos límites y barreras para defender nuestras posesiones. Luchamos así por mantener unos castillos de arena que tarde o temprano acabarán desmoronados por el mar.
El miedo a perder lo que poseemos está firmemente arraigado en nuestro interior. Tememos que si nos mostramos demasiado abiertos los demás invadirán nuestra intimidad, podrán controlarnos o lastimarnos. Nos atemoriza dar lo que es importante o útil para nosotros porque significa renunciar a algo propio, y esto crea temor, e incertidumbre.
Las enormes injusticias sociales dividen nuestro mundo en un Norte, rico y poderoso, y un Sur empobrecido y dominante. Estas injusticias hacen también que en el Norte exista un «sur» pobre y marginado. El rechazo hacia los colectivos que viven en el «sur del Norte» (inmigrantes, indigentes, gitanos…) se convierte a menudo en racismo. Por eso hay que ayudar a fomentar en nuestra sociedad la solidaridad, la tolerancia y la cooperación.El ayudar a los damnificados de las inundaciones de Bangladesh , cuidar enfermos, colaborar en una ONG ,apadrinar a un niño, ayudar a un anciano son diferentes ejemplos de solidaridad.
Siendo generosos no sólo nos sentimos mejor, sino que también contribuimos a que otras personas puedan disfrutar de bienes que no poseen, cosas que como el agua, se deterioran si se estancan.
Podemos crear un mundo más humano y más feliz con pequeños gestos teniendo una conciencia menos materialista y más generosa con los demás seres vivos.Esto genera una corriente de amor. Defendiendo nuestro territorio en realidad no ganamos, pues está comprobado que las personas avaras y muy cerradas sufren más.
Practicar la generosidad , la actitud de compartir con los demás siendo solidarios crea abundancia alrededor, pues lo que se da y comparte en vez de menguar florece en la propia vida.
Maika Etxarri