El lunes 24 de Septiembre, se emitió por la noche en La2 una película “Las tortugas también vuelan”de Bahman Ghobadi, un filme sobre los niños kurdos refugiados y la guerra de Irak. Se narraba la experiencia a través de la mirada de unos niños refugiados en el Kurdistán iraquí. En la película la guerra de Irak se acerca, en el campo de refugiados, todos se esfuerzan para saber cuándo comienza el ataque.
Aislados, un grupo de niños refugiados, gran parte huérfanos, se dedican a la peligrosa tarea de limpiar los campos de minas antipersona, para ganar algo de dinero vendiéndoselas a la ONU. Algunos han quedado mutilados por el estallido de alguna de las minas. Otros han muerto. Con esto, la película nos recuerda la situación de un pueblo sin tierra y constantemente masacrado como es el kurdo, a la vez que denuncia la guerra y la violencia desde un relato, que mezcla la belleza con la crueldad. Y no se trata de ficción. El ambiente donde se desarrolla no es un escenario, sino un campo de refugiados real. Niños que vivieron el horror, algunos mutilados realmente. La situación es extrema: viven de recuperar y vender minas antipersona.Los actores y las actrices son en realidad niños de la guerra que residen en campos como ése y con los que el director de la película estuvo conviviendo.
El relato está basado en el abandono real que viven muchos menores en el mundo. Esta película hace reflexionar sobre las injusticias que la guerra comete con las personas inocentes.
La película trata de mostrar el drama humano vivido por el pueblo kurdo, víctimas tanto del régimen de Sadam Hussein como posteriormente de la intervención norteamericana. Primero, fueron víctimas de Sadam Hussein. Después, la entrada de los americanos les llevó a un nivel de terror diferente. El kurdistán ha sido y sigue siendo uno de los países más afectados por las minas antipersonas. Los fabricantes norteamericanos y europeos se las vendieron a dictadores como Sadam u otros que las diseminaron por todo el país. Cada día, cada hora, hay personas inocentes que mueren o quedan mutiladas por ellas. Incluso hay familias en el Kurdistán que ponen el nombre de Mina a sus hijos recién nacidos.
El representante de Naciones Unidas en Irak, Ashraf Qazi, expresó hace unos días,su preocupación por los bombardeos intermitentes que se registran en algunas zonas del Kurdistán, que perjudican a la población civil. La situación de la población Kurda es insostenible. Sufren una política represiva en lo cultural, en lo social y en los derechos humanos, siendo perseguidos policial y militarmente por los respectivos gobiernos de los Estados en los que habitan.Sus 5 mil años de historia no han sido más que la historia de una resistencia para sobrevivir, para no desaparecer aniquilados por las invasiones continuas.Lleva años sobreviviendo a políticas de muerte, lo que hace a su historia la de una resistencia. Es un pueblo milenario, posee su lengua propia, como una cultura que lo diferencia de otros pueblos, desciende de una de las más antiguas civilizaciones indoeuropeas.
Debemos exigir a los líderes mundiales que se eliminen las minas antipersona. Mi solidaridad con el pueblo Kurdo.
Maika Etxarri