«EL RIESGO DE LAS ANTENAS DE TELEFONIA MÓVIL»
«EL RIESGO DE LAS ANTENAS DE TELEFONIA MÓVIL»
Las antenas instaladas en las azoteas del edificio cubren una zona determinada y envían y reciben señales de todos los teléfonos móviles que se desplazan por su zona. Estas señales, que reciben y emiten, se denominan ondas electromagnéticas. Estas ondas son absorbidas fácilmente por el cuerpo humano, en el que producen unos determinados efectos biológicos. La incertidumbre y el daño moral, que puede producir a determinadas personas al obligarlas a vivir cerca de esa posible fuente de riesgo, es considerable. También el daño físico, derivado de las posibles enfermedades y trastornos que puedan causar las ondas electromagnéticas, que, de forma continuada, reciban los residentes del inmueble y vecinos colindantes.
Las indemnizaciones de las compañías de telefonía pueden ser astronómicas; y nos encontraríamos ante un supuesto muy parecido al del tabaco o el amianto (en un principio se negó que fueran perjudiciales, demostrándose este extremo años después). Existen multitud de intereses, económicos fundamentalmente, que potencian y magnifican aquellos resultados de experimentos científicos que hablan de la inocuidad de estas radiaciones. Pero también existen algunos puntos que todo el mundo admite: la exposición a ondas de antenas de telefonía móvil puede ser peligrosa, si es lo suficientemente intensa.
«Es muy importante que la gente sepa que las personas con marcapasos o desfibriladores implantados deben tener un cuidado especial al utilizar teléfonos móviles o acercarse a las proximidades de antenas base». Según un estudio del director del Instituto de Bioelectromagnetismo de la Universidad de Alcalá de Henares José Luis Bardasano, la gente no adaptada va a tener insomnio, va a ser más agresiva y más inestable. Cuando una persona está sometida continuamente a un campo electromagnético, produce menos hormona melatonina, potente anticancerígeno, sobre todo en el cáncer de mama.
Una investigación realizada por la Sociedad Internacional para la Investigación de la Contaminación Electromagnética ha puesto de manifiesto que una cantidad significativa de personas que estaban viviendo en dichas casas desde hacía más de 10 años, al poco tiempo de instalar cerca de su casa tales antenas empezaron a padecer, sin ninguna causa aparente, los siguientes trastornos en salud: dolor de cabeza frecuente, irritabilidad nerviosa, presión arterial alta, arritmias cardiacas, trastornos del sueño, mareos y bloqueos mentales. Además, se aumenta la predisposición a la aparición de tumores.
Un comité de renombrados científicos europeos plantea, a raíz de sus investigaciones, impedir que se erijan nuevas antenas base en los colegios.
Las antenas para los teléfonos móviles tienen que instalarse a una distancia mínima de 150 metros del primer lugar habitado. Las compañías telefónicas deberían poner sello en sus productos advirtiendo sus efectos, al igual que ocurre con el tabaco.
Ahora puede que no veamos cánceres, pero dentro de diez años ¿quién sabe? Los ciudadanos debemos exigir que se tomen medidas para proteger nuestra salud y, si realmente existen estudios que avalan los perjuicios de las antenas de telefonía móvil, que se tomen las debidas precauciones, para que no ocurra como esta sucediendo con el tabaco…
A ver si, de una vez, se toma en consideración la opinión de muchos colectivos y asociaciones, que exigen distancias de seguridad y otras medidas que minimicen el efecto sanitario de las radiaciones electromagnéticas.
Maika Etxarri Yabar