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Los impulsores de la marcha contra el euskera se esfuerzan en demostrar su amor al euskera, pero no siempre lo consiguen y a veces se les escapa la patita

Igual es que con tantas ganas que le ponen se han explicado mal y no se les ha entendido bien cuando decían ven aquí michiino no te escondas que yo te quiero mucho. Si hasta le han puesto lema en euskera a la manifestación contra el euskera en plan yo también tengo un amigo que habla vasco y es buen tío. Así que es posible que todo haya sido un malentendido y que en el fondo les encanta que en Navarra se hable euskera. Siempre y cuando sea como el sexo, en la intimidad y con la luz apagada.

No como Koldo Martínez, que se le ha ocurrido decir que la manifestación es “antinavarra” y le han contestado tú qué sabrás si eres guipuzcoano. “Que uno de Escoriaza saque el pedigrí de navarridad es de risa”, le han contestado como si por no haberse fumado una caja de ahorros y por pagar sus impuestos cuando toca pudiera opinar como si fuera de Burgos, Uruguay o Zaragoza.

Por eso está bien que María Chivite insista estos días en que la manifestación contra el euskera “no es contra el euskera”, sino “contra la utilización política que este Gobierno hace del euskera”. Lo que para nada tiene que ver con Valencia o Baleares, donde la derecha anda también con antorchas contra los gobiernos del PSOE. “No se pueden comparar churras con merinas”, replica Chivite, que para los socialistas lo de allí es “populismo lingüístico” y lo de aquí “imposición”. “Quieren colonizar de abertzales la Administración”, refuerza Beltrán.

Y es cierto que hay una diferencia sustancial. Que allí gobierna el PSOE y aquí no. Lo que no parece importarle mucho a Alfredo Arizmendi, algo así como el portavoz oficioso de uno de esos colectivos encargados de montar barbacoas varias contra el cambio, y que nos alerta de que todavía “no estamos como Baleares, Cataluña o Euskadi”, tres territorios gobernados o exgobernados por el PSOE, pero que “podríamos llegar a estarlo”. ¿Por qué? Pues por la Ley de Contratos Públicos que se ha aprobado con el apoyo del PSN.

¿Y qué dice? Pues que las empresas contratadas por la Administración facilitarán que los empleados que trabajen de cara al público “puedan formase” en euskera. “Puedan”. Voluntario y solo para quienes atiendan al público. Y eso para quienes piden “igualdad de oportunidades” es una imposición. De las chungas además. Porque, según Arizmendi, a lo mejor a alguna de las empresas que atienden al público se le ocurre contratar alguien bilingüe, lo que claro, perjudica a los navarros de bien. Es más, lo mismo prefieren a alguien trilingüe, con dos carreras y carnet de conducir. Y eso, a los que se mueven con chófer, pues también los discrimina.

Los salvadoresAsí que ahí que van los cuatro jinetes de Apocalipsis que han convocado el remake de la txistorrada del año pasado lanzados a sacar a un montón de gente a la calle para que las empresas no ayuden a sus empleados a aprender euskera. Lo harán, dicen, “por los derechos”, “contra los abusos” y “por la igualdad de oportunidades”. Para evitar “sucesos verdaderamente graves” como por ejemplo que de las 17 escuelas infantiles que hay en Pamplona cuatro sean en euskera. O que una oposición de profesor puntúe 10 puntos sobre 100 el conocimiento del euskera, prácticamente lo mismo que el inglés (8).
El problema, por lo visto, es que el euskera cuenta como mérito en las oposiciones. Y eso, aunque sea en una parte decimal, pues les jode un huevo. “Queremos que la igualdad de oportunidades esté garantizada por la ley”, afirman los defensores de la igualdad.

Lo explica bastante claro Eduardo Laporte, que argumenta que “el euskera es una de las lenguas más complicadas del sistema solar” y que por eso, puntuar con 10 el título de euskera y 8 el de inglés “es una ventaja que marca la diferencia”. Un 2% que para el tío supone una “discriminación por lengua” porque “no compite en igualdad un opositor de Lesaka que uno de Ablitas”.

Y es que al menos los ingleses son gente elegante y no están todo el día con las vacas. “Los euskaldunes son un grupo reducido que no deberían tener privilegios sobre el resto”, resume. Así que cuando el de Lesaka salga del caserío y tenga que ir a la universidad, al hospital o a saldar sus deudas con Hacienda, que lo haga en castellano, por amor de Dios. Ya le diremos agur cuando vuelva a casa.

Porque el que sabe inglés se lo ha currado y el que sabe euskera o es un guipuzcoano que quiere quitarnos el trabajo o es un jetas vividor que quiere vivir del cuento, que es lo que viene a decir Javier Ancín. “El euskera no es un idioma, es un modo de ganar dinero. Un negocio. Una forma como otra cualquiera de conseguir un puesto de trabajo y poder frente al resto. Una forma de buscar un privilegio frente a la mayoría que te haga vivir mejor”.

Por lo visto, como lo de que había que prohibir el Olentzero para fastidiar a los “aberchándales” hizo gracia, pues ahora se ha echado unas risas a costa del euskera, “el ariete de un proyecto social que da mucho miedo”, “un cachivache antipático, contaminado de terror” y “un idioma asociado a la mala hostia, el odio, la amenaza y la violencia, perfecto para el mensaje fascista y el totalitario”. “Por no hablar del racismo, la xenofobia con olor a toalla mojada revenida, que subyace bajo este chantaje, bajo ese tienes que amarlo por cojones”, explica Ancín para que entendamos un poco mejor de qué va lo del sábado que viene.

La gracieta le ha gustado mucho a Vecinos de Paz, uno de los colectivos que que han montado la manifestación para mostrar su amor por el euskera. “Hasta de los temas más serios, Javier Ancín con su ironía, nos saca al menos una sonrisa, que es de agradecer en los tiempos que vivimos”, recitan los siempre moderados convocantes de una manifestación navarrísima en la que lo mismo acaban cantando bertsos.

La cosa no ha debido quedar muy clara, porque ha tenido que salir el ideólogo de todo esto a evitar malentendidos y decirnos que no que no, que para nada, que Ancín es un buen chaval pero que su artículo “no representara el sentir de quienes convocamos”. “Aunque en algunos puntos tiene toda la razón, el espíritu que le anima no va en absoluto con nosotros”, explica Pachi Mendiburu, que se ha empeñado tanto en demostrarnos el amor que tienen al euskera que lo mismo acaban montando otra excusión a Goizueta para enseñar lo majos que son los vascoparlantes en su hábitat natural. Habrá que pagarles el autobús, eso sí.

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