Navarrísimos en Madrid

Martínez Soria, en una imagen de la película «La ciudad no es para mí» (1966).

PESE A LA RUTA MEDIÁTICA DE | ESPARZA POR MADRID A COSTA DE LA IMAGEN DE NAVARRA, LA MANIFESTACIÓN PASA DE PUNTILLAS POR LA PRENSA SALVO EN ‘ABC’ Y ‘LA RAZÓN’

Hay que reconocer los esfuerzos por encender la llama de la cruzada en Madrid. Que Navarra no se libera sola. Por allí, incluidas las tertulias más pintorescas en las que se acostumbra a llamar terrorista a todo el que asoma por la puerta sin el carnet de la gaviota, han paseado los últimos años dirigentes como Sergio Sayas, a quien Barcina enviaba de vez en cuando para azotar al PSOE tras echar a Roberto Jiménez del Gobierno. O más recientemente Ana Beltrán, que a los cuatro meses del cambio ya avisa de que en Navarra “estamos en un asunto más grave que en Cataluña o el País Vasco” y que a ver si os enteráis.

Nada desde luego como aquel “Navarra puede derivar en la Alemania previa a Hitler” que a Barcina se le ocurrió soltar tres días después de las elecciones como anticipo de ese Apocalipsis que ya se vive en las calles y los pueblos de Navarra, donde ya ni luce el sol ni sonríen los niños, y que el sábado sacó a la calle a un mogollón de gente tras una señora que se fustigaba con una txistorra.

Es verdad que el nivel es alto, y que no es fácil superar apariciones estelares como aquella de la expresidenta defendiendo que cualquier alicatador ganaba más que en las reuniones de media hora en Caja Navarra. Pero siempre hay algo de catastrofismo que vender. Que se sepa bien en Madrid que Navarra s’hunde. Y ahí que ha recogido el testigo Javier Esparza, que de vez en cuando se teletransporta a la capital con la cesta de viaje llena de tópicos en una mano y un cuadro tragicómico en la otra.

Esta semana tocaban el matinal de TVE y el programa de Carlos Herrera. Es verdad que su “amigo” apenas le dedicó un par de minutos, los justos para promocionar la mani con la que UPN no tenía nada que ver, y encima sin el tono faltón de la última vez, en la que llamó “basura” y “escoria” a las fuerzas que apoyan al Gobierno. Pero oye, menos da una piedra. Suerte que en televisión tuvo más rato y pudo ponerse la cinta de Rambo en la cabeza y disparar a discreción. La verdad es que no faltó de nada: En Navarra no hay libertad, las empresas se escapan, la Barkos quiere acabar con España y qué es eso de los buenos datos del paro que usted me habla. Para qué embajadas con tanto diplomático.

Lo que pasa es que con Rajoy a punto de declarar en la Audiencia Nacional y los catalanes diciendo que se piran, el Apocalipsis foral como que no da tanto miedo. Y ya puede Esparza recurrir a aquello de Navarra cuestión de Estado o gritar fuego con una garrafa de gasolina en la mano que no hay manera de colarlo en portada. Vale que el chico es majo y que a los españoles de bien no les gusta que tenga que estar en la oposición por culpa de Venezuela, ETA y la ETB. Pero es que en cuanto se va, parece que se les olvida. Y si encima va el Madrid y gana la Champions, la cosa se pone cara.

Revista de prensa Total, que ningún periódico de ámbito estatal recogió ayer en portada la manifestación de los navarros de bien. El País y La Vanguardia ni siquiera hicieron referencia en páginas interiores, y El Correo y El Mundo apenas una fotonoticia. Este último, eso sí, con una visión un tanto particular. “Una multitud se manifestó para pedir la derogación de la ley que promueve el uso de la ikurriña en los ayuntamientos”, explicaba.

Más generosos fueron en La Razón, que cedieron al propio Esparza una página en la sección opinión para que hiciera él mismo la crónica. Objetiva y con las habituales referencias cariñosas a Barkos, así que se perdona el intrusismo. Y también en el ABC, donde ofrecieron una página completa para explicar que una “multitudinaria manifestación” exige “al cuatripartito radical” que “proteja sus símbolos”.

Pero por si la cosa no había quedado clara, Juan Pablo Colmenarejo dedicaba otra página de opinión con el título La España inacabada. Desde allí el periodista de Cope zurraba a gusto al Gobierno, al que considera “sectario por definición” porque “sólo gobierna para una parte de la sociedad navarra, excluyendo a quienes defienden la Constitución, el fuero actual y la convivencia entre las dos culturas”. El artículo, en el que no faltaron las habituales referencias a ETA, explicaba que la culpa de todo es de los “políticos de medio pelo” de UPN y PSN que “trataron de contemporizar el avance del nacionalismo vasco incluso subvencionando la enseñanza del euskera en la Ribera”. Lo veis, por tibios.

Pero Colmenarejo iba más allá. Él, que conoce bien Navarra, sabe que la cosa está chunga-chunga porque “UPN no respira tras perder el poder asolada por los escándalos de corrupción”, el PP navarro “es un partido marginal” y los socialistas (“Sánchez ha arrasado en Navarra”, recuerda) “navegan entre las dos aguas tentados con el arrimón al independentismo vasco con tal de cumplir el obsesivo objetivo sanchista de echar a la derecha”. “La coalición antisistema tiene su plan: poner la ikurriña en el balcón, echar a la Guardia Civil de una paliza y llevar a Navarra hasta la puerta constitucional del referéndum”. El Apocalpisis, sí señor.

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