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Archivo para marzo, 2008

La negación del altruismo

viernes, 7 de marzo de 2008 Sin comentarios

Dirección: Tom Shankland. Guión: Clive Bradley. Intérpretes: Stellan Skarsgård, Melissa George, Selma Blair, Ashley Walters, Paul Kaye y Tom Hardy. Nacionalidad: Reino Unido y EEUU. 2007. Duración: 94 minutos

Tensar la cuerda. Palpar el límite. Cruzar el umbral. Ésas son las tres fases de este experimento de título confuso y precedentes evidentes. Si en Seven , David Fincher mezclaba religión y psicopatía, venganza y castigo; WAZ , heredero directo del oscuro y mortecino thriller del autor de El club de la lucha , avanza un escalón más en su deseo de enfrentar al hombre con el hombre. WAZ es una ecuación, un principio desarrollado por un genetista yanqui, George R. Price, que sostuvo en los años 60 que el amor humano por grande que sea, jamás supera el miedo al dolor y su sometimiento al instinto de supervivencia. Según WAZ no hay ética ni política, ni cultura, ni deseo sexual, ni amor fraterno, ni deber moral que pueda sostenerse en pie cuando la vida está en juego. Eso mismo sostiene y quiere demostrar el psicópata-motor de este filme que cuando es bueno se acerca a Fincher y cuando tartamudea se refugia en Saw .

Su penitencia consiste en que en ambos casos, WAZ apenas consigue eclipsar a sus modelos de partida, o sea que nunca acierta a ser él mismo ni, por lo tanto, puede mostrar que detrás de tanto préstamo hay una obra singular. ¿La hay? En algún modo sí, pero su percepción depende mucho de la benevolencia crítica del espectador y de su capacidad de asimilar la violencia extrema.

La presencia del actor sueco Stellan Skarsgärd en la piel de un policía oscuro, de mirada vidriosa y corazón turbio, libera al filme de despeñarse por la vía de lo convencional. Tom Shankland, con una discreta trayectoria anclada en la televisión, se conduce con actitud esquizoide. Por un lado, parece consciente del valor del argumento; del otro, eso mismo hace que busque al público sin reparar en que ése es un concepto inabarcable.

En esa encrucijada, WAZ se sostiene gracias a una intriga en la que se mezclan diferentes niveles de tensión y una puesta en escena que se esfuerza por imprimir verosimilitud a los personajes. Con ellos y a pesar de sus querencias comerciales, Shankland insinúa y propone, bien que deshilvanadamente, una tremebunda reflexión sobre la condición humana, sus miserias y la muerte del altruismo… si es que alguna vez éste ha existido.

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Lo que la naturaleza no da…

viernes, 7 de marzo de 2008 Sin comentarios

Dirección: Pete Travis. Intérpretes: Dennis Quaid, Matthew Fox, Forest Whitaker, Sigourney Weaver, William Hurt, Bruce McGill, Ayelet Zurer y Eduardo Noriega. Nacionalidad: EEUU. 2007. Duración: 90 minutos.

Comparar En el punto de mira con Rashomon roza la estafa. A su lado, cualquier episodio de la serie 24 horas , con quien también ha sido homologada, parece una broma. Hay tan poco cine y tanta mediocridad en esta película, que sólo podríamos compararla consigo misma. La dirige Pete Travis, autor de Omagh , una convincente crónica sobre el último gran atentado cometido por el IRA. Argumentalmente, En el punto de mira también trata de otro atentado, éste hipotético: el del asesinato y masacre, el orden de factores no altera el producto, del presidente de los EEUU y de los cientos de personas que acuden a presenciar su discurso dentro de una cumbre mundial celebrada en Salamanca.

En Salamanca no se rodó la película, aunque en la capital universitaria tuvo lugar un estreno clamoroso porque básicamente durante todo el filme aparece el mismo escenario, la célebre plaza Mayor reconstruida en México a su imagen y semejanza. Eso explica por qué el público -los extras- que abarrota la plaza luce un moreno indiano como si en Salamanca hubiera playa.

Hijo de los textos de la posmodernidad, Travis configura su relato a partir de la fragmentación del argumento encadenando, de manera sucesiva, lo que se pretenden diferentes puntos de vista. No es verdad. Aquí nadie ve nada, nadie propone nada, nadie enseña nada. Todo sucede porque así se ha decidido, sin ningún ápice de respeto por la lógica. Hablar de composición de personajes en este filme es invocar lo que no existe. Esperar una reflexión inteligente en torno al terrorismo internacional es desesperar.

Tras un arranque impactante, todo se derrumba con la aparición de Eduardo Noriega. Él no tiene la culpa pero, cuando su personaje irrumpe en la plaza Mayor, Travis se agota y su filme se muestra como una ínfima telenovela venezolana. Por eso resulta insólito presenciar ese plantel de brillantes actores como Weaver, Hurt, Whitaker, Quaid… náufragos en una parodia llena de terroristas sin fundamento ni consistencia. Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta, y es evidente que con Travis y sus colaboradores, la naturaleza, además de cruel, es escasa.

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