La piel que «evito»

Cada vez que Pedro Almodóvar estrena película, España entera parece contener el aliento. “La piel que habito” ha sido un éxito en taquilla, pero no se ha librado de cosechar algunas críticas negativas. Para algunos se trata una de las mejores películas del director manchego; pero para otros es un ejercicio de pretensión que incluso llega a provocar risas involuntarias. Pedro tiene fama de ser un hombre tímido y centrado en sí mismo, pero también muy exigente con su equipo técnico. Tanto es así que algunos de sus miembros de rodaje, entre los que se encuentran algunos conocidos míos, llamaron al rodaje de su última película “La piel que evito”.

Anécdotas al margen, el mote me recuerda que siempre que salgo de España me nombran a Almodóvar como el estandarte de nuestra cultura. Personalmente disfruto con sus películas, pero no puedo evitar contestar que yo vivo “en otra España”. La del cirujano de Toledo me queda lejos, y eso que vivo en Madrid. Reconozco las realidades que retrata Almodóvar, pero no me siento reflejado en ellas. Sin ánimo de compararme con nada de lo siguiente, es como si a un ejecutivo de la City londinense le hablaras de la Inglaterra marginal de Ken Loach como esencia de Gran Bretaña. Te mandaría a hacer puñetas. Fuera de España apenas conocen más de nuestro cine. Y yo, la de Almodóvar, es una piel que evito.

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