OPEN PARTY

(Quinta entrega de la serie y tocando tierra, y pisando algunos callos, por supuesto)

“Cualquiera puede tomar una decisión si tiene bastantes datos. Un buen dirigente puede tomar una decisión sin datos suficientes. Un dirigente perfecto puede decidir en la más perfecta ignorancia.”

Ley de las Decisiones de Murphy

Llevamos ya unos cuantos días hablando de Democracia participativa y de Gobierno Abierto, analizando las posibilidades de que las nuevas tecnologías y las nuevas sensibilidades políticas impongan formas de gobierno mucho más abiertas y estructuras de trabajo colaborativo, días hablando de horizontalizar y diversificar los centros de decisión política cuando surge la pregunta…

¿Es posible que un partido político, representante de la voluntad popular en una democracia representativa, que tal y como los concebimos hoy en día son estructuras cerradas, jerárquicas y altamente profesionalizadas, sea capaz de cambiar su propia dinámica de funcionamiento e impulsar fórmulas de Open Goverment cuando llega al poder?

Y la respuesta es, naturalmente, desalentadora…

Solo una organización política que asuma como su propio sistema de funcionamiento el trabajo colaborativo, la transparencia en la información y que apareje la explicación a la toma de decisiones podrá ser capaz de desarrollar los mismos esquemas cuando tenga responsabilidades de gobierno.

Se puede argumentar, de hecho se argumenta, que la política es el trabajo de los políticos y que para eso se les paga y así justificar la existencia de lo que se ha dado en llamar la partitocracia, que no es más que la profesionalización de las ideologías.

Pero démosle la vuelta al argumento y para ello nada mejor que preguntarse ¿Qué es y para qué sirve un partido político?

Resulta evidente que en un sistema de democracia representativa los partidos políticos son las herramientas de que disponen los ciudadanos para participar en política de forma activa y no solo con su voto. Un partido político es una asociación de ciudadanos con unos comunes ideológicos organizados para participar en la vida política. En este sentido todos los afiliados a un partido, con mayores o menores capacidades, con mayor o menor potencial de liderazgo, son POLÍTICOS con mayúsculas y todos tienen interés en participar.

¿Por qué pues cada día es menor la afiliación a los partidos? ¿A que se debe el desinterés ciudadano por lo que debería ser su herramienta natural de participación? ¿Es que a los ciudadanos ya nos les interesa el su propio gobierno?

Yo creo que no. El problema de los partidos tal y como se han desarrollado en el último cuarto del S. XX y este principio del XXI es la desideologización, consecuencia del alejamiento de los centros de decisión, y como consecuencia su profesionalización mal entendida. Por supuesto que hay labores políticas dentro de los partidos que deben estar profesionalizadas, como lo están en el ejercicio del gobierno, pero de la toma de decisiones debe ser sujeto todo el cuerpo del partido, no cada cuatro años en el Congreso al uso, sino en el trabajo diario del partido.

Y para ello es absolutamente imprescindible que los partidos desarrollen en su seno esas mismas herramientas y plataformas de trabajo colaborativo que reclamamos para la acción de gobierno en un modelo de verdadero Open Government. En la elaboración de sus programas, de sus ponencias, de su acción de gobierno o de oposición. Esa será la única manera de mantener vivo y activo el cuerpo del partido y su única posibilidad de ensancharlo adaptándolo a las necesidades de una sociedad cambiante. Lo contrario será ahondar en la profesionalización, el hermetismo y el alejamiento de la sociedad real.

Pero las herramientas tecnológicas y el salto cualitativo en la formación y educación de los ciudadanos no solo nos permite abrir el partido a sus afiliados, a los que nunca se debió cerrar, sino a toda la sociedad, incluso creando figuras alternativas y complementarias a la afiliación que nos permitan ensanchar la base social del partido y su enganche con la sociedad civil.

Un partido moderno deberá tejer redes que abran su actividad a toda la ciudadanía y permitan recibir su feed back. Los que antes lo entiendan serán los que sobrevivan a lo que ya se ha dado en llamar el fin de los partidos.

Si la sociedad esta cambiando vertiginosamente todas sus formas de comunicación social, la comunicación política no va a ser una excepción.

Ander Muruzabal

Un comentario en «OPEN PARTY»

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