Las dos almas de Nafarroa Bai

Como todos sabemos Nafarroa Bai nació fruto de la casualidad, lo que empezó como una manera de dar voz vasquista y progresista a la Navarra silenciada en Madrid se convirtió muy pronto, y creo que para sorpresa de todos, en un instrumento válido para el cambio político en Navarra, no solo para visualizar la “otra” Navarra  sino para que esta, que había sido sistemáticamente aislada de las decisiones más transcendentes de la política Navarra desde el Amejoramiento hasta la gestión de lo público, se sintiera capaz, por primera vez, de participar. Fue, pues, un ejercicio de hacer de la necesidad, virtud.

Pero como en todo lo que se realiza sin planificación de futuro, no se resolvieron algunas contradicciones que con un escaño en el Congreso de los Diputados no representaban problema mayor, y si lo representaban la brillante actuación de Uxue Barkos los ha resuelto con eficacia, pero en cambio afloran día a día  en la política pegada a la tierra de las instituciones forales y los Ayuntamientos.

Es evidente que Nafarroa Bai tiene muchos temas sin resolver desde la definición del mensaje político hasta la estructuración organizativa con vocación de permanencia, y que si estos temas hubieran estado adecuadamente resueltos, en la actualidad, los movimientos de confluencia de EA hacia el polo soberanista no supondrían mayor problema. Habitualmente se ha achacado esta falta de concreción política y organizativa de Nafarroa Bai a la lucha interna por las cuotas de poder y a las grandes diferencias ideológicas entre los partidos que la componen, reconociendo que es evidente que esa lucha existe, quizás no tanto la diferencias ideológicas insalvables, no creo que sea la principal razón por la que Na Bai no ha avanzado en su consolidación como sujeto político.

Desde su creación, en Nafarroa Bai han convivido dos sensibilidades diferentes aliadas por un objetivo común; propiciar el cambio político en Navarra, algo que olvido el PSOE en 2007 y que le llevó a cometer el error político de mayor calado en Navarra desde la cuenta suiza de Otano y que probablemente le haya condenado a ser la muleta perpetua de UPN, por lo menos hasta que el nuevo PPN empiece a remontar posiciones en Navarra, algo que sin duda hará.

Y esas dos sensibilidades nabaizales son la de los que ven a la Coalición como una acumulación de fuerzas abertzales vinculada a postulados de izquierda que ha permitido al nacionalismo vasco sacar la cabeza en Navarra y la de los que la ven como un instrumento de normalización política de Navarra. La de los que la ven como una reunificación abertzale que permitirá poner sobre la mesa planteamientos de acumulación de fuerzas y de carácter soberanista y la de los que creen que ese es un momento que no ha llegado, incluso algunos creen que no debería llegar, y que es el instrumento para configurar un nuevo mapa político en Navarra donde se supere el marco de exclusión política de un tercio de la población desde la transversalidad y el entendimiento.

La primera posición está representada por los “aparatos” de Aralar y EA, y en menor medida por sectores del PNV, y la segunda por Batzarre, el PNV y gran parte de los “llamados” independientes. Aunque resulta evidente que ambas sensibilidades impregnan a los cuatro partido y a los independientes.

Y es en este escenario donde entra en juego Maltzaga, el polo soberanista, el documento “Zutik” y EA.

Partiendo de la base de que la mayor parte de los nabaizales se consideran a si mismos abertzales, la tentación soberanista y la ampliación de Nafarroa Bai hacia la IA es algo que está ahí pero hay algunos elementos que no podemos olvidar si queremos que Nafarroa Bai siga siendo el referente del cambio político en Navarra.

El primero es una obviedad a pesar de que algunos tiendan a perderlo de vista con suma facilidad, y es que la situación socio-política en Navarra no es la misma que la de la CAPV donde el nacionalismo es mayoría social, cosa que en Navarra no ocurre y fruto de ello son las distintas institucionalizaciones de unos y otros.

Así, la inclusión de Nafarroa Bai como un elemento más del polo soberanista, aparte del riesgo evidente que supone contar con la IA en cualquier proyecto político en una situación de ilegalización y sin que se haya producido el ansiado desmarque de ETA, llevaría de forma inmediata al reforzamiento del pacto de facto que hoy día mantienen UPN y PSN, a una exclusión política todavía mayor del tercio vasquista de la sociedad navarra, a un reforzamiento de las políticas de derechas fruto de un gobierno de UPN con el PSN “secuestrado” y, por último, a un descenso del apoyo electoral a la Coalición por parte de quienes no comparten el modelo soberanista, descenso que en ningún caso se compensaría con la inclusión del voto de la izquierda abertzale que ya marcó su techo electoral, muy lejano del actual de Nafarroa Bai y más todavía al de sus expectativas, que se marcó con la etiqueta Euskal Herritarrok.

El error de confundir los deseos con la realidad y asimilar situaciones políticas en la CAPV y Nafarroa es algo que hemos cometido todos y que aún hoy pasa factura al nacionalismo vasco en Navarra.

Yo, que no creo en el soberanismo, ni como concepto ni como praxis política, entiendo que esa tentación pueda darse en la CAPV, pero en Navarra no sería más que un suicidio político.

Así, Nafarroa Bai debe seguir dando pasos en su consolidación como un proyecto navarro y para Navarra con las premisas que le llevaron al éxito electoral. Navarra lo que necesita es dar carpetazo a treinta años de gobiernos de la derecha, recuperar la capacidad de decisión sobre su propia institucionalización, afrontar la crísis que nos ha llevado a una cifra alarmante de más de 40.000 parados y normalizar la vida política de todos los navarros, sin que el hecho de ser vasquista, socialista o regionalista suponga ningún estigma que impida a sus ciudadanos la participación política, en una palabra crear las condiciones adecuadas para que cualquier proyecto político pueda ser defendido sin que ello suponga “volverse locos”. Y para eso es mucho más útil la Nafarroa Bai unibertzale y polietika que la soberanista.

Otros proyectos necesitarán de esas condiciones, en libertad, sin violencia y sin el condicionante que supone para la vida política de Navarra la estigmatización de un tercio de los navarros, para desarrollarse, y sin duda los veremos en los próximos años, pero para eso que una ingente labor por delante, labor que nadie más que Nafarroa Bai está dispuesta a afrontar.

Quizás, Batasuna tenga algún día un sitio en Nafarroa Bai, pero, desde luego, ahora no es el momento.

Ander Muruzabal

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