Como a Fernando VII

Es martes y…

«In one hour». Bueno, o algo parecido. Así se expresaba nuestro pasado, presente y futuro presidente en una reunión de mandamases europeos, dando a entender que lo tenía todo atado y bien atado.

Supongo que se expresó en esos términos porque decir «hasta que Susana me amueble el piso» requiere de un nivel más avanzado de inglés que, por el momento, mi querido Mariano no posee. Tan claro lo tenía que no hizo falta ni esperar al paripé socialistas para saber que el resultado de su Comité Federal iba a ser el que fue. Y Felipe tan contento, el rey quiero decir.

En resumidas cuentas, que han vuelto a ganar los de siempre. Sí, esos a los que nadie vota.

Sin contrapartidas, sin obligaciones, contra su programa. Sin la militancia, contra su palabra, contra su fundador. Han pintado el suelo, donde se desangran, del color del drama. Se ha llevado el puño, y la rosa rota, la gaviota del terror.

Han legitimado el miedo, la indecencia y la imposición. Cierto es que sus vergüenzas, hace tiempo que no asombran. Ahora, ya comparten algo más que su fe en la corrupción. Ahora, sigue su basura escondida tras la alfombra.

Ya se encargarán de dar la vuelta, una vez más, a la tostada. En editoriales, del país que olvida su cadalso y sus secuelas. Ya criminalizarán las mareas de masa concienciada. Ya volverán a arder las calles de La Habana y Venezuela.

Así se las ponían a Fernando VII.

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