Locura transitoria

Es martes y…

«Cuando los locos seamos mayoría los locos serán ellos».

Pertenecemos a esa especie singular que se lo cuestiona todo, que derriba muros, que mastica rabia. Somos del mismo lugar que la palabra, que la sed, que la rebeldía. Llevamos el cartel de «molesten» colgado en las pestañas porque no podemos coser nuestros labios, porque no debemos cerrar nuestros ojos. Nos llamarán locos, nos creerán mudos, nos sentiremos vivos, nos alzaremos libres.

Circo de trapecistas sin domador. Un Rato en el barco mientras brilla el sol. Los manguitos puestos, que no se hunda el señor, y después del baño un poco de baba de caracol. A la noche cena en la suite con los colegas. El banquero, el juez y el hermanastro. Mientras tanto, sangran decenas de ideas presas, y los locos seguimos siendo nosotros.

El amigo del de antes llevaba las cuentas. Tan leal que nadie miraba por los rincones. Tan sutil como el cuento de cenicienta. Tan mordaz como el ruido de unos tacones. Sobraba soberbia entre sorbos de champán, entre sobres sobresueldos cortesía de los otros. Ahora, resulta que nadie conocía la verdad, y los locos seguimos siendo nosotros.

El cielo aparece como un eco de metralla. Llueven cataratas de fuego en cada hospital. La tierra ya no es promesa, es una batalla, y la estrella en la bandera una bala criminal. La televisión nos oculta el crimen diario, juegan a vender el humo que no regalan sus rostros. Mientras tanto, cada día toca hacer el inventario, y los locos seguimos siendo nosotros.

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