En vuestras manos

Es martes y…

«No me pidas tanto, corazón, que tengo poco aire en el pulmón, lo que tengo es un castillo en el cielo. Si viene la guadaña a mi rincón, enjuágame la frente en tu sudor y le das un beso a todos si me muero».

Si me voy sin avisar no dejéis que triunfe la barbarie, no juguéis con armas desalmadas, ni luchéis sin la palabra en vuestro bando. Si me marcho que no quede ningún muro por el aire, ninguna risa aplazada, ningún cuándo, cuándo, cuándo.

Si desaparezco no olvidéis gritar por los sin voz, no dudéis en fabricar abrazos ni en honrar a los poetas. Si me ausento reventad las plazas de color y no dudéis en recordar los puños que duermen en las cunetas.

Si se esfuma mi presencia no perdáis la valentía, ni dejéis que pisoteen vuestro alud de voluntad. Refrescad vuestra ira en una bañera fría y calentad las mareas de unidad popular.

Si me marcho que sea con las manos abiertas y el corazón rebosante. Que no brille, en mi recuerdo, un reflejo de espejismo. Si regreso de parranda justo en el último instante, quiero vivir en un mundo que no huya de sí mismo.

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