Cuestión de principios

Es martes y…

«El mundo está destinando cinco veces menos dinero a la cura del mal de Alzheimer que a los estímulos para la sexualidad masculina y a la silicona para la belleza femenina. Osea, que, de aquí a unos años, vamos a tener viejas de tetas enormes y viejos de penes duros, pero ninguno conseguirá recordar para que sirven».

Detrás de estas palabras se esconde la triste agonía que padece el ser humano y su decadente escala de principios. Nos hemos entregado, como especie, a la irracionalidad más absoluta, esclavizando nuestra materia gris por expreso deseo.

Presos del marketing y la publicidad extenuante, nos hemos lanzado a imaginar el deseo de poseer en lugar de poseer el deseo de imaginar. Nuestra capacidad de análisis y reflexión ha decidido, voluntariamente, engrosar las listas del INEM, teniendo la absoluta certeza de que jamás saldrá de allí.

El bombardeo mediático de tarugos, torpes y viceversa en un mundo «vip» de princesas y «princesos», ha terminado por estallar en nuestro propio raciocinio. Siervos de la propaganda y de la inmediatez edulcorante, ¡unámonos en común exterminio!

Compro la esencia de un sentimiento, el calor que da un abrazo a la intemperie. No quiero cortes ni pegamento, porque la auténtica belleza viene de serie.

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