La hora del carnaval

Es martes y…

Puntual a su cita anual aparece entre las sombras. Tan perenne como la muerte, tan fugaz como la vida. Es la hora del carnaval, de «mujeros» y de «hombras». Es la hora de mostrar cada mirada escondida.

Apenas deja un leve rastro de lo que la apariencia refleja durante el resto de los días. Por un instante, sin que nadie aniquile de un vistazo, cubrimos el frágil vestido de nuestra desnudez. Convertimos en naturalidad la locura transitoria que, de formalidad, aplasta nuestra rutina.

Nos ofrece el peculiar privilegio del escapismo, la sutil venganza del desvarío. Nos transporta al delicado filo del abismo donde amanece cada escalofrío. Somos fieles seguidores de su proclama incendiaria, luz que ilumina un rostro desconocido. Somos el cerrojo que protege su morada, aquello que siempre quisimos haber sido.

Carnaval de fuego. Carnaval de hielo. Carnaval misterio. Carnaval, te quiero.

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