25
Abr 12

Mochila, saco de dormir, mapas y tarjeta sanitarias para emigrantes por Europa

Lo principal del equipaje para el camino. ¿Falta algo?

Lo principal del equipaje para el camino. ¿Falta algo?

Todo camino comienza con los preparativos. El principal es el tomar conciencia de que tus pies van a ser tus amigos durante dos mil kilómetros y que esos pies te pertenecen tanto o más que tu ilusión que hará de carburante durante todo el recorrido. El resto es simple. Comprar una mochila, un saco de dormir, una esterilla, unas botas y descubrir que no tienes derecho a la sanidad pública cuando vas a sacar la tarjeta sanitaria europea.

Gracias a las «buenas formas» de algún funcionario de la Seguridad Social, no tiene precio el descubrir que lo mucho o poco que has cotizado durante varios años no sirve de nada si estás de nuevo en desempleo y sin cobrar ningún tipo de subsidio. O sí. El precio es el golpe en la autoestima cuando a tus casi 40 años recurres a la cortesía de un familiar quien te acoge en su tarjeta sanitaria como beneficiario de la misma. Eso mientras no entre en vigor la reforma de la Sanidad Pública aprobada el 24 de abril de 2012. Es decir, ya mismo.

Esto hace que el viaje sea más emocionante si cabe. El andar en el filo de la navaja de tu buena salud acelera el pulso cardíaco y hace acumular serotonina. ¿Cómo podría comportarse la Sanidad pública inglesa, francesa, suiza e italiana con un caminante de pasaporte español y tarjeta sanitaria de segunda? ¿Tendré el mismo derecho que los emigrantes que en el Estado español duermen a día de hoy? ¿Entenderán los paisanos franceses que han votado a la extrema derecha que yo soy igual que ellos y con los mismos derechos por pertenecer a la Unión Europea? Por si acaso, llenaré mis reservas vitales con la comida de mi madre antes de emprender la marcha, en unas muy pocas semanas a partir de hoy. Con el estómago lleno, se calmarán mis reflexiones y nervios previos al viaje.


19
Abr 12

En tiempos difíciles, todos los caminos todavía llevan a Roma.

Mapa de la Vía Francígena

Mapa de la Vía Francígena

Aquí empieza el primer paso del viaje. Salir al encuentro de pueblos, de caminos, de hospitalidad, de paisajes, de personas y de sobriedad que contribuyan al desarrollo social, cultural y económico de los territorios que se crucen en el camino. Y el cambio personal fruto de una revolución en su sentido original. La difusión será una lenta travesía de tres meses, no como una actividad de ocio sino como un verdadero estilo de vida. El objetivo en este camino es la columna vertebral de una gran identidad en crisis en esta segunda década del siglo XXI. Europa y uno de sus caminos principales olvidados: LA VÍA FRANCÍGENA. Una Europa que todavía destila formas medievales de gobiernos. Y unos pueblos que suspiran liberarse de las cadenas de tiranías del pasado.

Voy a hacerlo simple. A la antigua. Sin grandes necesidades. Con dudas e improvisación. Pero con las personas como eje principal, creando una red “real” y no sólo virtual de personas que transmitan esa nueva forma de vida. Dejo atrás la suma de kilómetros o la vanidad de presumir de los grandes viajes como quien acumula objetos que pierden su sentido. Vuelvo a lo básico, siendo los pies y el contacto real lo necesario y básico. Dejo atrás la amargura y la náusea que produce seguir desayunando con índices macroeconómicos y «macrocorruptos» que impiden el óptimo tránsito intestinal.

La VÍA FRANCÍGENA representa el viaje iniciático que en su día (año 990), un chaval de 40 años hizo hasta Roma a pie desde Canterbury, cruzando toda Francia, Suiza e Italia. Ida y vuelta. Casi 4000 kilómetros en su totalidad. En Roma se le había perdido el palio que debía recibir para ser obispo de Canterbury. Se armó de humildad y sin antibióticos ni GPS se atrevió a calzarse unas sandalias, supongo que no de última moda, para recibir el nombramiento para su nueva labor.

No era sólo fe. Era aventura. Era compromiso. Se trataba del encuentro de personas que con lenguas diferentes sentían lo mismo. Con mi mochila, mis botas y mi libreta de papel reciclado, comprobaré lo dificultoso que resultará que en el camino alguien me ofrezca un pastel recién hecho o una cama. Todo mientras la prima de riesgo sigue su juerga loca con cócteles de petróleo argentino tras una cacería de un elefante jubilado al que no le llega ni para la receta del laxante. Todo mientras Francia y Alemania piensan seriamente en cerrar las fronteras abiertas tras el espacio Schengen. Que Dios nos pille confesados y con el pasaporte renovado.