DICE UNA SEÑORA

Mira
el plano general.
Enciende la radio en un túnel.
Mira, alguien ha tenido la decencia
de vomitar de color
azul.

Mira esa chica que se despide.
Parece que lo hace agitando un ramo de rosas rojas pero no.
Lo hace agitando un paraguas rojo.

A veces las cosas no son lo que parecen.

El tiempo es un banco blanco, eso ya lo sabes.
Un pelo de la cabeza de marca páginas, un dedo cortado.
Yo creo que todos acabaremos de oferta
en un supermercado de barrio.

Me gusta saber a qué sabe.
Dice una señora.

No hay camposanto para tantos.

LLAMANDO A DEMETRIO

Me llamo Mario y en mi pueblo me llaman Mario.
Poseo bienes de incalculable valor.

Siempre sueño con lo mismo.

Un árbol
que se derrumba
sobre una casa deshabitada.

Siempre me despierto gritando y llamando a Demetrio.
Soy muy sufridor, parezco católico sin serlo.

Siento asco por el género humano
y siento que se acerca reptando
la insoportable Navidad.

La huelo.

UNA MANCHA EN LA PARED

Era
un bonito
día de lluvia.

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Y mi madre cantaba,
y cuando se quedaba sin aire
seguía cantando.

Y yo miraba una mancha en la pared.

Cerámica
de alta calidad.
El chocolate sabe a sal.
Se derrumba el mundo entero.
Se derrumba el mundo y yo con ellos.

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Y mi madre cantaba, y cuando se quedaba
sin aire seguía cantando.

Y yo miraba una
mancha en la
pared.

EN CALCETINES

Cuando miraba la nieve desde mi ventana
me sentía dentro de un ascensor
subiendo al cielo.

Era mi proceso invernal del sueño.
Era mi vida teniéndome tan zulez, tan a la deriva…

Cuando bajaba la persiana empezaba la fantasía.
Las cajas de cartón eran casas con puertas y ventanas.
Tenían hasta chimenea mis casas, y los pijamas…

Los pijamas eran mangas largas estiradas.

Cuando somos pequeños y cuando somos mayores
cometemos los mismos errores, nada cambia.
Lo bueno y lo malo permanece y resbala
por el pasillo en calcetines.