Ayer se conocía en Twitter que un político del PP bromeaba con Ana Pastor sobre su inminente exilio a Canal Sur. Algunos del PP son como las erupciones de la isla de El Hierro: uno no sabe si esconden un formidable espectáculo geológico o son el preludio de una tragedia. Las señales de prepotencia ante una inminente victoria suenan a que van a barrer el panorama a los que no consideren de los suyos. Y es una pena porque tal actitud recuerda en parte a la del régimen iraní, que ha metido en la cárcel a Marzi Vafamehrha. Una actriz cuyo delito ha sido interpretar el papel de una joven artista que intenta salvar todos los obstáculos para viajar a Australia. Le ha caído un año de prisión con la propina de 90 latigazos por atreverse a interpretar en una película que ha circulado en el mercado negro de Irán, algo que ella no podía controlar. Un país donde la burocracia y la prepotencia de sus políticos acaban con las esperanzas de libertad de sus ciudadanos.
No estamos en Irán y no dudo de que las amenazas de quienes ganen las elecciones se ajusten a derecho. Pero conviene guardar las formas en un planeta en el que conviven, tan mezclados, el derecho a la información con la censura. Si hasta EEUU ha obligado a Google a que les dé información sobre los integrantes de la red Wikileaks (la mosca cojonera de todos los gobiernos del mundo), salta a la vista que el control de las informaciones mundiales sigue en estado de alerta permanente como en los mejores tiempos de la Guerra Fría.
Y hablando de viejos tiempos: ayer comenzó la nueva temporada del programa de Mercedes Milá Diario de… En una entrevista de promoción Mercedes dijo la frase de la semana: «Las cárceles deben vaciarse para meter a los banqueros» Ojo que creo que no estaba hablando de Irán. La Milá viene cañera.