Zarautz: marea viva

Es buena costumbre, en estas fechas de verano, hacer escapadas que te alejen de la mala costumbre de pasar tus días de fiesta encerrado en casa frente al televisor. Además, si uno toma el coche para descansar los huesos en la playa de Zarautz, puede ser testigo en vivo y en directo deKarlos Arguiñano en su cocina . Una manera de ver la tele, vale, pero también una forma de entender el milagro diario que este hombre consigue entre sus pucheros. Ayer sin ir más lejos hablaba con pasión de cómo las mareas vivas le llegaban hasta el cuello, mientras trajinaba los condimentos para hacer, ahí es nada, un flan de panceta y verduras. Vamos, de flan aquello no tenía más que el baño maría. El caso es que explicaba que mientras se producen las mareas vivas en septiembre o febrero no pueden trabajar, porque las olas anegan el cenador donde realizan sus programas. «Si hiciéramos el programa entonces seríamos unos campeones», bromea Karlos. Pero yo creo que ya sólo le falta eso; pero que todo llegará. A este hombre, capaz de atrapar al espectador con esa naturalidad, lo de cocinar en mitad del tsunami con uno de esos chalecos salvavidas sería un reto asumible. Como los Simpson y House, Arguiñano posee esa pócima secreta para caerle bien a casi todo el mundo, independientemente de lo que diga o cómo lo diga. El flan de panceta fue la excusa de ayer; pero estoy convencido de que haría un programa entretenido aunque sólo nos explicara cómo hacer dieta y comernos una simple manzana. Mejor lo dejamos así. El verano toca a su fin y la operación bikini la dejaremos para el año que viene. Allá por febrero, cuando vuelvan las mareas vivas y regresemos a Zarautz para ver a Karlos en traje de neopreno en mitad de la tormenta, poniéndole el toque de perejil a una reineta recién pelada y tocando sin electrocutarse la guitarra eléctrica. Uncrack .

Un comentario en «Zarautz: marea viva»

  1. Estupendamente descrito tal programa, Javier. ¡Si enganchará que tengo a dos sobrinos, que no llegan a la década, loquitos por verle con una máscara o contando un nuevo chiste!

    Vamos, que tiene futuro público juvenil asegurado.

    ¿Y si el nuevo reto fuese hacer una tortilla de patata «deconstruida» en la rabiosa profundidad del Cantábrico en plena marejada cambiando el blanco por el traje de buzo? 🙂

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