Hermosa historia

SUSAN Boyle es una concursante que se presentó a un programa de la televisión británica. Hasta ahí todo normal, y más viviendo en un país donde los concursos son el tema de conversación más recurrente después del fútbol y el tiempo. Ahora la gente se junta en el ascensor y primero hablan del Barça, luego añaden el recurrente «qué calor hace» y si uno vive muy arriba, pues entonces ya tiene que recurrir al fiasco de Soraya en Eurovisión. La concursante escocesa Susan Boyle es todo un descubrimiento que se ha convertido en todo un milagro televisivo. Se trata de una especie de Frankenstein a la que las ondas, o algo así, hubieran resucitado para expectación del mundo. Su aspecto no da la talla que habitualmente piden los cánones televisivas. Pero cuando abre la boca para cantar resulta que el mundo se detiene y la escucha. Ahora, su complejo personaje ha crecido tanto que se ha tragado la personalidad inicial. Resulta que no puede soportar la presión que la televisión ha creado y dice que quiere retirarse del concurso de cazatalentos llamado Britain’s Got Talent , que le ha dado la popularidad. Visto con tranquilidad la primera aparición de Boyle en televisión fue sin duda uno de los momentos mágicos que sólo este medio es capaz de crear. Aquella mujer cantó ante la cámara y dejó tal huella en la audiencia que su popularidad se extendió de repente de norte a sur del Reino Unido y luego por toda Europa. El éxito abruma. Y no crean que todo el mundo lo quiere. Boyle, pese a la repercusión mundial que ha conseguido, no es feliz. Está a punto de abandonar el programa que le ha conseguido el éxito. La gran mayoría de la fauna televisiva daría la vida. Pero a ella le ha pillado fuera de lugar. El abandono del concurso rubricaría una de las historias más hermosas que la televisión ha creado.

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