Clásicos y gafes

A veces nos ponen a prueba y estrenan las series a la 1 de la madrugada, como hicieron los de Cuatro con Mad men. Creía que la decisión de llevarla a ese limbo de la noche en el que House ha acabado ya con la paciencia de cualquiera era una manera de camuflar alguno de sus contenidos. Ya saben: violencia, sexo… Pero no. Mad men cuenta la vida de unos ejecutivos de publicidad neoyorquinos, pero ojo como si lo hicieran desde el punto de vista de sus secretarias. Me ha sorprendido esta visión retrospectiva para la tele de hoy, que más parece un homenaje al cine clásico que otra cosa. Parece como si de pronto a alguien se le encendiera la bombilla y quisiera sacar partido al guión de la obra maestra El apartamento del dios Billy Wilder. ¿Se imaginan que por aquí les dé por hacer lo mismo? Que de pronto salieran series con personajes parecidos a los interpretados por Alfredo Landa, Paco Martínez Soria y compañía. Bueno, pues crucemos los dedos y esperemos que se conformen con su cuota semanal de tertulia y descafeinado con galletas María en Cine de Barrio .

Y sigue la promoción de Soraya. La representante patria en el festival de Eurovisión inicia su paseo por todos los platós que se presten para la ocasión. El otro Buenafuente le pasó la corona dejada por Chikilikuatre. Bueno, no es por nada pero hubiera hecho bien en no coronarse. Según dicen, desde que Buenafuente entrevistó a Laporta el Barça no ha ganado ni un partido. El caso es que después de todo quizás la culpa del fracaso en la clasificación en Eurovisión vino producida por el gafe de Andreu y nada tuvieron que ver la nefastas cualidades interpretativas del personaje con acento argentino. Se acuerdan que en Aquí hay tomate nació la fama de gafe de Isabel Pantoja pues ahora, ay Dios, parece ser que ya tiene sustituto.

Baile de escaños

La noche electoral parecía diseñada para hacer aficionados a la política y al periodismo. Las elecciones en la CAV acabaron en baile, aunque más que un aurresku aquellas tablas simulaban el baile de San Vito. Fue una noche intensa porque las declaraciones de los protagonistas fueron sucediéndose de manera continuada. Se iban superponiendo como si obedecieran a un guión marcado de antemano. Lo más llamativo era que todos los portavoces tuvieron su momento de explicarse. Desde la comprensible tristeza de Ziarreta y Madrazo, la enigmática aparición de Basagoiti y Oyarzabal que estéticamente más parecía su confesión como pareja de hecho o su salida del armario que la celebración de sus decisivos 13 escaños. Pero el momento álgido fue cuando el último baile de cifras les pilló en directo al PNV. Todos celebraron el escaño de EA como sucede en el Bernabéu cuando el Español le mete un gol al Barça. Lo que más ha cambiado de las noches electorales es el ritmo. Antes los datos del escrutinio iban apareciendo tan lentamente que podías irte a cenar con el 25% y volvías a la hora y llevaban el 30%. Ahora no, ahora te largas a por un vaso de agua del grifo y lo que era una mayoría simple se convierte en absoluta; que es lo que les ocurrió a muchos espectadores en Galicia. Pero el papelón lo tienen los expertos y comentaristas. Tienen que valorar los datos, adelantar los acontecimientos y clavar los titulares pensando que lo que digan vale para cuatro años. Vamos, el arte de hablar sin pronunciarse para no cagarla. Para los amantes del morbo electoral, animarles, porque ya falta menos para las europeas. Claro que, en ésas, no hay manera de que alguien pierda los nervios. Ahí los datos son como si el Everton le mete un gol al Chelsea. ¡Qué más da quién gane en Europa!

Su minuto de gloria

Los sábados Telecinco los dedica a La Noria, un programa que presenta Jordi González, donde todos los temas tienen cabida si a cambio hay personajes polémicos que desollar en público, vamos lo mismo que hace un día antes DEC, de Jaime Cantizano. El programa ocupa toda la noche de los sábados desde las diez de la noche hasta las dos y pico de la madrugada, un horario prohibido para mí desde que José Luis Moreno lo anegara con aquellos programas de variedades, artistas enchufados y tangas. Así que tampoco puedo añadir salvo que algún día uno no tiene plan y se tiene que quedar viendo la tele. Este vez eligieron a Mario Conde para el debate y para entretenimiento nacional. El viejo banquero engominado pasó por la cárcel y eso le confiere un morbo que lo habilita para llamar la atención de un público que se conforma simplemente con que le hablen de las desgracias ajenas. Quizás de ahí le venga el éxito a Callejeros, ese formato documental que si no existiese habría que inventarlo. Una ventana que la tele abre y por la que el espectador puede ser testigo, en primera línea, de lo tortuosa y difícil que puede llegar a ser la existencia. Algunos se quejan de que en Callejeros siempre hay drogadictos, miseria y podredumbre. Dicen que la sociedad es más que todo eso. Afortunadamente así es. Pero sigue siendo necesario poner cámaras en esos mundos impermeables a cualquier tipo de ayuda o asistencia social. La labor de estos reporteros puede que en ocasiones se cebe en la constante elección de las lacras sociales para su trabajo, pero también es cierto que si ellos no lo reflejan pocos ciudadanos podríamos hacernos una idea de esta situaciones. Un momento emotivo en cada uno de los reportajes es la despedida. Cuando el cámara graba al personaje y lo deja desvalido en su mundo de miserias pero contento de haber tenido su minuto de gloria.