Escaparate roto

La impunidad con la que descargamos archivos tiene sus días contados. De momento es como esos apagones de las películas que producen la rotura de escaparates tras la que los ciudadanos normales pierden las formas y entran y cargan con mercancías robadas. Estamos ante una oportunidad histórica de acceder gratis a productos que en el mercado cuestan una pasta. Es necesario ponerle puertas a este campo y Francia, que siempre se ha caracterizado por cuidar la cultura, quiere intentarlo. Al parecer, a todo aquel que se atreva a meter mano al escaparate roto de Internet recibirá una advertencia sobre lo malo de su acción. Quieren crear un dispositivo chivato que emita 10.000 advertencias diarias. Acostumbrados a mil advertencias, un aviso de estos que te mande el guardián virtual mucho no impresiona. Mientras al público se le pide legalidad, las copias circulan por mercadillos ilegales y mafias, que no sé qué es lo peor. Este espantapájaros del ciberespacio que quieren implantar los gabachos no puede ser la única garantía que evite las descargas ilegales. Llevamos tanto tiempo con los cristales de la red de redes rotos que deberían presentar todo un plan de reinserción personal. Después de años de descargas gratuitas a ver cómo conseguimos reintroducir el concepto de que esos artículos hay que pagarlos y punto. El problema es generacional. Los jóvenes has sido quienes más han entrado a este supermercado abandonado a su suerte, hurgando con atrevimiento en los rincones más recónditos. A ver en qué queda esto de las descargas ilegales. Se equivocan si lo quieren convertir en delito criminalizando a la gran mayoría de los jóvenes usuarios. Vale: que echen la luz y que comiencen a cerrar de una vez las ventanas y las puertas; poco a poco, la gente se dará cuenta de que Internet forma parte de la misma sociedad que cobra por todo.

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