Al rico cabreo

Me gusta el criterio de la edición de El conquistador del fin del mundo. Se trata de que los capitanes de los Cóndores y los Pumas no se vayan de rositas. Los problemas les llueven y sus decisiones son airadamente protestadas. Para esta edición, más que un capitán apaciguador o ganador, lo que han buscado son concursantes conflictivos. Gente que protesta y que obliga al capitán a ponerse las pilas a todas horas. Un giro interesante que puede hacer que el concurso acabe antes de lo previsto. Vamos que, como siga así y los capitanes tengan que ejercer de bordes, el concurso no llega a la conquista del mítico faro. Y hablando de bordes, se ha vendido como tal la bronca de Wyoming a una becaria. Frases como «estoy hasta los huevos» y otras lindezas dirigidas a una compungida aprendiz de actriz. El juego de la doble verdad. Uno se lo cree o no, porque si lo piensa un poco, no hay razones para que el humorista y presentador cargue tintas sobre una trabajadora. Y todo es posible porque hay precedentes. Quién no recuerda los gritos de Pepe Navarro, de Javier Sardá o el famoso «Pero esto qué esssssss» con el que Matías Prats desveló públicamente la personalidad que esconde su voz engolada que roza el falsete. Afortunadamente a la gente no le da por echar broncas en directo, pero no porque no existan. Más bien porque los bordes profesionales se esperan al corte publicitario para hacerlo. Se ve que el cabreo está de moda como género. Produce un efecto contradictorio que alterna la pena por los efectos de la bronca en los inocentes y la risa por creer que la grabación ha sido tomada sin el conocimiento del abroncador. Un día de estos asistiremos a una bronca de verdad y verán: cambiaremos de canal pensado que ya les vale con las bromitas del cabreo en directo.

No te conoce ni dios

EL otro día vi el partido de la Copa del Rey. Resulta que los de Telecinco le habían echado morro y emitieron la señal sin permiso. No me extrañaría que al final acaben multando a los espectadores por haber sintonizado el Barcelona-Español antes que perseguir o impedir que las televisiones emitan, o no, los partidos. Está claro que esto de los derechos debería replantearse, porque es como ponerle puertas al campo. Por un lado están los intereses de los clubes, por otro el de las ligas, pero me pregunto que si el fútbol va a ser el espectáculo por excelencia del siglo XXI, espero que los espectadores tengan también su respaldo, porque hasta ahora lo que se vislumbra es que, el balón es una simple línea de negocio. Estratégicamente el fútbol parece un arma de doble filo más que un deporte. Por un lado se ha convertido en un tema de conversación recurrente, la que usan los vecinos para tapar los silencios prolongados del ascensor o para no aparecer como un marginal en las conversaciones del curro o en el bar. Puede que sea difícil de entender para alguien que ha crecido viendo los partidos cada semana por la patilla, pero eso de pagar por un partido en la tele tiene algo de inmoral. Y hablando de moralidad y nuevas tecnologías: el Papa Benedicto XVI ya está en Youtube, esa diabólica red de intercambio de imágenes en Internet. Y se le ve con tirón, ya que ha anotado la cifra de 740.000 entradas en las primeras jornadas. Claro que cuenta con la publicidad añadida de que la gente ha querido saber de primera mano qué es lo que su santidad piensa sobre sus colegas que niegan el Holocausto. Está claro que uno no es nadie si no controla las últimos avances en comunicación. Parece que hoy, si no estás en la red de redes, no te conoce ni dios.