La Reina y yo

SI Juan Carlos pasa a la historia no será desde luego por sus intervenciones en televisión. Apenas una treintena de soporíferas felicitaciones navideñas, aquel discursito lleno de medallas que hizo el 23-F y, cómo no, el dicharachero «por qué no te callas» con el que culminó su carrera como estadista internacional. Ahora a su alteza la Reina le han hecho el plan renove a su biografía. La autora es Pilar Urbano, una vieja conocida de las tertulias más aburridas y relamidas de la historia de la televisión. Ahora cobra actualidad con la obra La Reina muy de cerca (¿gana o pierde?). Lo cierto es que sus opiniones de doña Sofía no deberían salir del ámbito personal, que digo yo para eso viven en esos palacios que le brinda una sociedad que, de momento, no le pide mayores explicaciones. Se dice de las biografías que siempre estuvieron hechas para agrandar la figura de personajes ilustres aunque después lo que trascendiera fuera todo lo contrario. Miren si no Isabel la Católica, cuya falta de higiene ha pasado a la historia con tanta fuerza como el descubrimiento de América. Claro, ahora viene el doble juego de creer a la periodista o lanzar el discurso de dispersión que tanto estilan en la Casa Real. Visto desde fuera, parece fuerte que alguien perteneciente a una institución que ha forzado y permitido el matrimonio de niños con adultos, que ha fomentado la consanguinidad habitual para mantenerse en la palestra, sea capaz de meterse, en pleno siglo XXI, con una de las grandes conquistas de esta década como es la legitimidad del matrimonio entre homosexuales. Demasiados errores para dos personajes que quieren pasar de puntillas por el mundo de la televisión donde todo queda grabado. Uno entiende por qué las apariciones en este medio donde todo queda grabado se reduzcan a la lectura del discurso de Navidad. Está bien, majestades, ya me callo.