Un día para la tele

Hoy se celebra el 20-N, un día histórico en la televisión. El medio entonces no tenía apenas programación matutina. De hecho el programa de mayor duración era uno titulado Carta de ajuste que era como si grabaran una especie cartón como de parchís gris. Aquel día de 1975 apareció el que llamaban presidente del Gobierno, Arias Navarro para pronunciar:« Franco ha muerto». Frase que hizo feliz, digamos que a medio país y que, digámoslo también así, echo a llorar a al resto. Los niños de entonces lo celebramos con alegre unanimidad ya que nos dieron fiesta. Noticia se quedó grabada a fuego en la memoria colectiva; tan a fuego como, qué se yo: los 12 goles a Malta, la marcha de Heidi de la custodia del abuelo, la muerte de Chanquete en Verano azul o, por poner un ejemplo más reciente, el choque en directo de los aviones contra las Torres gemelas en Nueva York. Si en el teatro se repone el Don Juan Tenorio en Todos los Santos, por qué cada aniversario de la muerte del dictador más largo que la historia ha dado, no se iban a sacar productos a la carta como el protagoniza hoy por Fernando Cayo y el peculiar Manuel Alexandre. </p><p>Si hoy la libertad de expresión tiene mucho que celebrar, mañana es el que la ONU reservó como Día Mundial de la Televisión. Se estima que en el planeta hay unas 250 televisores por cada 1.000 habitantes. Claro que, mientras en el mundo rico hay personas con dos y tres aparatos, en algunos países africanos, como Somalia que tanto vemos estos días, apenas cuenten con 2 por cada mil habitantes. El Día de la Televisión nació para que los países intercambiaran programas que contengan cuestiones de la paz, seguridad, desarrollo social o que fomenten intercambios culturales. Si uno mira nuestra programación, hay que joderse lo poco que tenemos que ofrecer al resto del mundo.

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