Ainhoa Obregón

La tele está llena de mentiras piadosas. En Mira quien baila por ejemplo hay varias. La primera que camuflan con formato de concurso una exhibición de famosos. Despistan como pueden sus honorarios y hablan de supuestas ONG a las que donarán el premio pero no así sus ganancias, que eso sí que sería la bomba. A veces la mentiras vienen en formas de lesión como le ha ocurrido a Anita Obregón que algunos hablan de que su ausencia no fue sino una espantada; una manera de dar una vuelta de rosca a su favor para que una parte mayor de los Presupuestos Generales del Estado fuera para ella. Y al parecer lo consiguió porque ayer se batía en duelo, como si nada, a ritmo de rumba contra Manuel Bandera. En la tele y en Mira quien baila, por seguir con el ejemplo, hay otras mentiras como los pantalones de Terelu Campos bailando hip-hop. Pero entre las trolas peor echadas de la tele está la sonrisa de Ortega Cano mientras intenta alcanzar los pasos inverosímiles del chachachá. Que conste que la mentira es un recurso tan válido en televisión como el maquillaje o la iluminación pero de este programa no hay quien se crea ni siquiera los veredictos del jurado. Sin embargo, la mentira mejor guardada es la que pronunciada por Ana Obregón en una entrevista de TV más en la que afirmaba: «Lo más inteligente es hacerse la tonta» y añade «el día que se me olvida lo paso fatal». Ya ven hay días en los que la programación te permite descubrir mentiras. Y puestos a echarlas yo me pregunto si todo esta tontería de la Obregón no será un subterfugio, una cortina de humo para hacerse con el papel a de Ainhoa en la serie Mi querido Klikowsky que interpreta genialmente Vito Rosado. Como sea así, Vito ya puede comenzar clases intensivas de tango, vals, claqué y lo que haga falta.

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