A falta de tensión

La sección del tiempo es un espacio fijo que últimamente ha perdido todo el interés. La pertinaz sequía está acabando con estos tradicionales espacios que normalmente acompañan a los informativos o son una continuación de ellos. Este invierno la información meteorológica varía tan poco que parece como si estuviéramos siempre en el mismo día o que la vida en este planeta es un continuo anticiclón; que la lluvia es una invención, una especie de mito del hombre de las cavernas. Ser actualmente el hombre del tiempo es una profesión de riesgo, no ya por el posible fallo en la predicción, sino porque tanto sol repetido ha dejado de ser noticia y el espectador huye despavorido. Lo que se está poniendo de moda son las grabaciones fuera de micrófono. Hablar en público es todo un ejercicio peligroso. No hace mucho que se pirateaba el sonido del micrófono de J.J. Santos poniendo a caldo a todo el que se movía y el pasado lunes cazaron unas breves confidencias de Zapatero a Gabilondo en las que afirmaba que los sondeos iban bien, pero que lo mejor era «mantener la tensión». Éste sí que sabe. Que tenga que venir el presidente a recordarnos que sin tensión no hay televisión. Da igual que hablemos de un programa infantil, del corazón, deportivo, una entrevista a un político en plena campaña electoral o de cultura. Lo de la tensión lo han aplicado muy bien al nuevo programa de libros Página 2, de La 2 de TVE y perdonen la irremediable redundancia. Después de toda una vida de presentadores ególatras tipo Sánchez Dragó y relamidos, se agradece ver a un tipo normal y competente como Óscar López. Que el programa es ambicioso lo demuestra el gran número de secciones que son capaces de meter en la media hora de duración. Lo de «lo bueno si breve dos veces bueno» también es redundante, pero en la tele es dos veces cierto.

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