Con dos audífonos

A VECES este oficio parece que se basa en desear el mal ajeno. Vamos, que no se coman una rosca esos programas y series de los que se habla de manera reiterada y negativa. La crítica busca la excelencia y, en ocasiones, se comete el error de dejar sin mencionar aquellos programas que cumplen con creces las expectativas que un programa de televisión debería levantar y cumplir. Uno critica formatos por anticuados o inapropiados, critica temáticas por dañinas y sin sentido y se hace con la voluntad de que, al otro lado, alguien tome nota y rectifique o modifique los errores. Pero ocurre que, en ocasiones, el que se equivoca es el crítico, porque si no, no se explica que alguno de los programas más criticados sean los que mayor éxito cosechan a todos los niveles. Uno de estos programas que levantan esas pasiones contrapuestas de amor odio, insulto y fascinación es OT . Ya no cosecha la expectación que el público le brindó en las primeras ediciones, pero ha conseguido que sus casting se conviertan en fenómenos socioculturales de primera magnitud. La gente quiere ser uno de los elegidos. A los casting se presentan todo tipo de gente: los que no saben cantar pero les da igual y nadie se atreve a decírselo, imitadores de Bustamante, clones de Bisbal, adolescentes con voz Rosa… todo un espectáculo cuyos propietarios no dudan en explotar. Este año el rizo lo ha rizado Encarnación, una joven andaluza sorda. Alucinados se quedaron los de la productora Gestmusic, encargada de las pruebas, cuando vieron que, antes de cantar, se colocaba unos audífonos. La perla en bruto estaba allí con dos… audífonos. Unos dicen que fue seleccionada de puro morbo, otros que mira Beethoven lo que hizo y estaba más sordo que una tapia. En el fondo, detrás de cada espectador hay un crítico. Así que hoy mejor me callo. ¿Se atreverá alguien a echarla de la academia?

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