Fútbol y euskera

SE quejaba el secretario de Comunicación del PP José Luis Ayllón de que no vamos a poder ver fútbol en abierto porque La Sexta no tiene la suficiente cobertura. Patético. El liberal, exigiendo al Gobierno socialista que garantizase el derecho de la sociedad para ver por la cara los partidos. Ver para creer. Y es que resulta que el fútbol, además de ser el deporte rey, está protegido por una ley que busca el interés general. Como si no hubiera cosas más importantes que proteger y, sobre todo, temas más delicados, frágiles y al borde de la extinción que viven en el más absoluto desamparo. Mantener esa protección supone tanto como decir que los ciudadanos en general no podemos vivir sin el fútbol y que ese vicio alguien lo tiene que financiar. La hipocresía, llevada al extremo más absurdo. De hecho y de derecho, somos el único país que mantiene este casposo proteccionismo que relaciona anacrónicamente el fútbol con el pueblo. Este es un residuo del franquismo, de aquella sociedad que proponía el fútbol y los toros como único tema de conversación y que la democracia no se ha atrevido o no ha querido superar. Lo que no se termina de entender es cómo mientras por un lado se mantiene esta absurda ley proteccionista, el fútbol se ha convertido en el único elemento capaz de hacer crecer la audiencia de una televisión hasta límites insospechados. Pero año tras año los índices de audiencia señalan entre los programas de mayor seguimiento a los partidos de fútbol. La paradoja es que, mientras La Sexta tiene ahora los derechos, resulta que por ley tiene que exhibirlos en el 80% del territorio y, claro, de nuevo tiene que pactar con otras cadenas. Ya lo ha hecho con los catalanes de TV3 y, ya que nos lo recoge la Constitución, pues espero que lleguen también a un acuerdo con EITB y, de paso, que el fútbol sirva para aprender algo de euskera.

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