El olvido de Couso

Han pasado tres años desde que aquel cañón disparara a todo el mundo utilizando la cámara de José Couso. Un disparo certero que asustó sin herirlo a medio planeta. Un ataque perfectamente medido y calculado al concepto universal de libertad de expresión. Un proyectil que encontró el cuerpo de un reportero capaz de sostener un pulso heroico sin que la imagen le temblara lo más mínimo. Una cámara es una máquina de la verdad frente a un tanque símbolo del dominio y la sumisión de las sociedades modernas. Un duelo desigual que enfrentó durante unos segundos interminables los dos grandes concepciones del mundo que hoy pueblan el planeta. La del control con violencia y la otra que se conforma con el conocimiento. La muerte del cámara de Tele 5 fue un ataque mundial desde el punto de vista que aquel cañón que apuntaba hacia la cámara nos apuntaba a todos por igual. De alguna manera el intento de acallar a un periodista es el intento de hacerlo con toda la sociedad. La noticia de que la querella criminal se haya archivado por los tribunales españoles duele por injusta. Se da patente de corso para que en el futuro los puntos de mira de las millones de armas que existen por el munod apunten a los mensajeros y, de paso, a los que se afanan por conocer la verdad. Es posible que la idea de que un tribunal de aquí condenase a un militar americano en acto de guerra sea una utopía. Pero no ha sido en vano. En muy pocas ocasiones se cumple el dicho de que una imagen vale más que mil palabras. En ésta se cumple. La última imagen que captó José Couso es, por derecho propio, una de las grandes obras del periodismo moderno. Esta vez la imagen habla tan claro que lo único que nos hubiera hecho falta para ser verdad era haber muerto con él del mismo disparo. Y el olvido es darle la razón a su muerte.

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