Diario de Itxaso (domingo, 17 de abril)

No todo iba a ser un camino de rosas, que ya podía haber sido en vez de gravilla y tierra para amortiguar el impacto… Lo que comenzó como un viernes idílico, acabó con magulladuras y una pequeña lesión de cuello que me lleva acompañando durante el fin de semana.

Os detallo los hechos: Eran las 14.30 horas, grupo cohesionado en la puerta, 20º al sol y dispuestos a la batalla. Todo parecía prometer… un parque infantil, un circuito, doce participantes y tres entrenadores. Era trabajo de fuerza y comenzamos a sudar la camiseta…

Seguimos trotando por el Paseo del Arga en dirección Arazuri, y a medio camino, paramos. Debajo de un túnel en una especie de circuito de bike, vamos con unas cuestas y un piso que ni las cabras, hicimos equipos para competir por parejas a ver qué grupo terminaba antes. Tensión, nervios, adrenalina a tope…me toca el turno. Subo, bajo, vuelvo a subir y bajo repetidamente los montículos, con el grito de Rubén (el entrenador) en la oreja de «¡¡¡pasos cortos!!!». Llego a los bloques de hormigón y con una pequeña ayudita, (Aritz me empujó), claro que subí, pero al bajar, me dió un bajón de tensión, perdí el equilibrio y mi pierna izquierda impactó contra el suelo.

Balance: malla rota, parte de la rodilla quemada y lo peor de todo, mi oponente me adelantó y ganó el equipo contrario, arggg!

Así que claro que íbamos a pasarlo como niños, me sentí como ellos con postillas y rodillas marcadas. No había tenido las piernas así desde mi infancia. Esta batalla la perdí, pero todavía está en juego la guerra, que vuelve mañana si el ibuprofeno hace efecto y mi cuello me deja!!

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