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«LO QUE NO CUENTAN SOBRE LOS SIN TECHO»

lunes, 16 de abril de 2007 Dejar un comentario Ir a comentarios

 

Los medios invisibilizan una cifra de muertes muy semejante a la de mujeres muertas por la violencia machista, se centran en casos y no en el problema en general, y no muestran apenas el rostro de estas personas. No existe ninguna investigación oficial sobre los vagabundos .
No nos damos cuenta de lo que significa vivir en la calle. La gente no está en la calle porque quiere sino porque ha visto su vida sometida a fuerzas que la han llevado a donde no quería estar. Personas sin hogar, de rostro anónimo, indigente o sin techo.
La calle es mala, entre otras cosas, porque la calle mata. En la calle no se puede vivir una vida que se pueda calificar de humana.
Lo primero que nos encontramos cuando nos disponemos a estudiar el fenómeno del «sin hogarismo» es que no tenemos datos,solo contamos con indicios apenas burdos. Estas son algunas de las carencias más frecuentes que presentan las noticias sobre personas sin hogar que la prensa publica. Estas son al menos las conclusiones de un estudio sobre “Las personas sin hogar” en la prensa escrita. El informe analiza 438 noticias publicadas en 2006 tanto en medios digitales como en medios impresos.
De todas ellas, el 31% reflejan actos violentos y el 31% de los agresores a los que se refieren estas informaciones son jóvenes.
Las noticias refieren 68 muertes de personas sin hogar a lo largo del año, éstas son sólo las muertes que se contabilizan en prensa, puede haber bastantes más. Parecen ser muertes invisibles para el resto de la sociedad.
Las agresiones raramente se denuncian (17%), o bien permanecen en la clandestinidad (35%) y son conocidas posteriormente, o bien salen a la luz pública gracias a la colaboración ciudadana (45%).
Estas cifras son muy semejantes a la cifra de mujeres muertas por la violencia machista y sin embargo se le da una cobertura informativa infinitamente menor. Además, las pocas que se cuentan, se invisibilizan dando más espacio a la información sobre los agresores que sobre las víctimas o calificándolas de muertes por “causas naturales”. El hecho de morir en un contenedor o en un banco de frío es también otro tipo de violencia: violencia estructural.
El espacio físico que les asignamos a los excluidos dice mucho. No los queremos cerca sino en el patio trasero, alejados del centro urbano. Todo esto va en la línea de invisibilizar la pobreza. Para invisibilizar existen muchos mecanismos: vacío estadístico, no investigar, trasladar los centros lejos del centro de las ciudades, instalar mobiliario urbano albergues para mendigos, etc.
Otro aspecto preocupante es el siguiente: La prensa realiza un tratamiento demasiado individualizado del problema, centrándose en casos puntuales y sin lanzar una reflexión o una denuncia sobre el sistema en general. Aunque el colectivo de personas sin hogar está reflejando perfiles cada vez más diversos, como el de jóvenes, mujeres e inmigrantes, el retrato que reflejan los medios es el estereotipado: varón de mediana edad con problemas asociados a las drogas y la salud mental. No existe un discurso político y cultural alternativo. Las movilizaciones de la sociedad en apoyo a estos grupos marginados son acciones puntuales, pero no se observa un activismo por los derechos de las personas sin hogar. Tradicionalmente ante el pobre más excluido la sociedad ha oscilado entre dos tipos de actuación: la de acogida e inserción y la de reclusión y represión. Apenas se publican reflexiones sobre estos grupos sociales discriminados.Es totalmente necesario la creación de asociaciones o bien ONG sobre la violencia hacia las personas sin hogar que tenga como objetivos lograr una cobertura informativa más respetuosa que refleje la realidad de este colectivo tan marginado y ayudar a su reinserción en la sociedad.

Maika Etxarri

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