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«SOBRE LOS INTERESES FARMACEÚTICOS»

viernes, 12 de mayo de 2006 Dejar un comentario Ir a comentarios

Medicamentos para todo

En la famosa novela Un mundo feliz de Aldous Huxley, en cuyo libro se retrataba una utopía del siglo XXV, la felicidad giraba en torno a una sustancia llamada Soma. Esto no es nada comparado con un futuro mucho más próximo que prevén las industrias farmaceúticas. Estamos bombardeados de manera continua por una gama de medicamentos que hacen de todo, desde aumentar la memoria hasta conseguir el peso ideal, por poner un ejemplo.
Para las empresas farmacéuticas centrarse en los enfermos no es rentable, la mayoría o se curan o se mueren, y ninguna de las dos cosas es buena para el negocio. Por eso ahora la nueva estrategia es medicalizar a las personas sanas, ya que se puede obtener mucho más dinero de clientes que están bien. La industria farmacéutica capitalista tiene como principal objetivo maximizar las ganancias y es muy poco probable que las organizaciones orientadas a la rentabilidad, dediquen muchos esfuerzos para solucionar los problemas de salud de los países pobres afectados por enfermedades tropicales (como la malaria), o infecciosas (como VIH/SIDA), donde viven las dos terceras partes de la población mundial y donde los gobiernos no pueden asumir el gasto en medicamentos que requieren sus pueblos.

Por otra parte, las innovaciones de esta industria farmacéutica se hacen en los segmentos del mercado más lucrativo, o sea, en los medicamentos que responden a la demanda de salud de los países del primer mundo. Las dos terceras partes del mercado mundial de medicamentos está en manos de 20 grandes monopolios farmacéuticos. En los países desarrollados cada vez es más frecuente el estrés y las depresiones debido al ritmo de vida acelerado, todo ello conlleva la venta de fármacos (tranquilizantes, ansiolíticos, hipnóticos) que modifican la conducta de las personas.

Existe un boom publicitario sobre los supuestos beneficios de algunos productos (vitaminas, oligoelementos…) en nuestra calidad de vida. Se venden ilusiones como que los antioxidantes retrasan el envejecimiento, dan vitalidad, rejuvenecen; se juega con el viejo sueño de la humanidad de la fuente de la eterna juventud. Está todavía por demostrarse científicamente alguno de estos efectos. Sin embargo, un tercio de la población mundial no tiene acceso regular a los medicamentos esenciales y la mayoría de la población en el Tercer Mundo muere de enfermedades cuyos tratamientos no tienen relación con los medicamentos más vendidos en el mundo.

Parece ser que todo se arregla con la ingesta de un milagroso medicamento, la felicidad no se puede alcanzar de esta manera artificial por mucho que nos quieran vender en forma de cápsulas o comprimidos, la autentica felicidad del ser humano está en el interior de cada persona.

Los ciudadanos debemos ser conscientes de los intereses creados alrededor de estas industrias farmacológicas, obtienen grandes beneficios económicos. ¿Por qué no se envían fármacos al Tercer Mundo para aliviar el sufrimiento de los más pobres? Reflexionemos sobre esto, muchas personas mueren por falta de medicación. Ayudemos a conseguir que se distribuyan de forma equitativa, presionemos a las grandes multinacionales, todos tenemos la palabra para poder luchar contra esta injusticia.

Por poner un ejemplo, los fármacos antiretrovirales para el tratamiento del sida no llegan a los países necesitados y miles de personas mueren por culpa de este egoísmo… y de estos intereses económicos creados. Lejos de cumplir sus compromisos en materia de lucha contra el sida, George W. Bush sigue cada vez más los dictados de las grandes empresas farmacéuticas. En primer lugar, le entregó el cargo más alto de su iniciativa global contra el sida a un jefe de las grandes empresas farmacéuticas, luego rompió su promesa de otorgar tres mil millones de dólares a la lucha contra el sida y ahora podría sabotear un plan de envío de medicinas baratas a países flagelados por la pandemia.

Ante esta situación, ¿qué podemos hacer? luchar y reclamar ante estas grandes multinacionales (muchas de ellas pertenecientes a EEUU), ante los gobiernos, alzando nuestras palabras para pedir justicia, boicoteando productos de empresas americanas, no dejarnos llevar por la publicidad engañosa con la que nos están bombardeando (son algunos ejemplos, pero cada persona tendrá su propia manera de luchar ante esta situación). Pero ante todo no olvidemos nuestro pequeño grano de arena, contribuir ayudando a la entrega de medicación en las farmacias para enviar al Tercer Mundo.

Maika Etxarri

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